Con rezaca de sinsabor social, todos
involucrados en el mismo deseo, el mismo objetivo, la misma lucha, hermanada
por el mismo sentimiento: El abandono, el abuzo, la falta de compromiso, la irreverencia
ancestral a los valores y condición humana, eso y nada más que eso, nos une al
pensamiento colectivo. La propuesta cotidiana investida de fé es igual, recuperar
la estabilidad e integración social, hoy llamado a modo y usado en el discurso
político como “tejido social”, para impresionar al escucha.
Nuestro coterraneos, los más
lacerados, han llegado al hartazgo y deciden unirse, hacer valer sus “usos y costumbres”,
esas normas y/o leyes instaladas y establecidas por la práctica cotidiana, con
resultados que dejan satisfecha a la población, con el respeto que ello les
implica. Ellos son “ley”, ellos son “autoridad”, ellos son “dueños de su
entorno y de su vida”, ellos saben lo que hacen respaldados por la experiencia
que la misma vida les ha dado; Nadie más puede decidir a partir de ahora por
ellos. Un “hasta aquí”, hartos y cansado de políticas y decisiones de
escritorio, ajenás totalmente a su realidad y que por supuesto, jamás les han
consultado.
Hablan, revisan, opinan, acuerdan
y toman decisiones con anuencia colectiva; Los mayores (los más viejos) son los
de la voz, su aquiesencia es ley; Sus decisiones, son respaldadas por la
sabiduría ancestral que les acompaña; Hoy, ellos nuevamente toman el bastón de
mando de sus pueblos y éstos los siguen con respeto, pero sobre todo con
“COMPROMISO”, ese que dista mucho de formar parte de los valores políticos,
forma parte de su jerigonza cotidiana para atraer simpatizantes, que por ahora
se alejan de la credibilidad de su discurso y su hacer, la confianza ante el
discurso.
Será que tocó fondo los negocios
de familia cerrados, entidades de interés social que se han reproducido como
partidos políticos y, que viven de nuestros impuestos??? Asumiremos gobernantes y gobernados el compartir a responsabilidad del
cambio???
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