Moisés Sánchez Limón |
El sistema priista la parió y el sistema priista la
defenestró. Martes de sorpresa; imposible sustraerse: la nota es nota. Y la
principal en tratándose del manotazo en el escritorio principal de Los Pinos para
operar esta tarea que, sin duda, tendrá sus comparaciones y se le titulará “¡El
Quinazo de Peña Nieto!”
Sí, la maestra normalista, la chiapaneca forjada en las
filas del SNTE en la sección de Ciudad Nezahualcóyotl, la guerrera, tozuda,
necia, ambiciosa, política fría, mujer cabrona y calculadora, o como usted la
quiera llamar, está en calidad de indiciada desde la tarde-noche del último
martes de febrero de 2013.
Llegaba la maestra a la terminal aérea internacional de la capital
mexiquense, procedente de San Diego, California, para encabezar este miércoles
un congreso nacional, sin duda escenario para la embestida contra la Reforma
Educativa promulgada el lunes último por Peña Nieto, pero agentes ministeriales
cumplimentaron la orden de aprehensión girada en su contra la maestra por un
juez federal.
Imaginemos la escena al ser detenida junto con tres
presuntos cómplices bajo el cargo de malversación de fondos. Una friolera
superior a los dos mil millones de pesos. Le leyeron sus derechos y la soberbia
se le escurrió desde la coronilla hasta la punta de sus zapatos finos.
Otros tiempos. La ventana extraña referida el viernes último
por el presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Arroyo Vieyra, respecto
de la nueva forma de hacer política, de ejercer el poder y someterse al imperio
de la ley.
Elba Esther Gordillo Morales se resistió al cambio, apostó a
su fuerza sindical, a las voluntades compradas, a los supuesto compadrazgos y
complicidades que la llevaron, ya echada a los brazos del panismo y con un
partido propio en su cuenta (el Partido Nueva Alianza) en el último informe del
hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, al guiño con el entonces aspirante a la
Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto.
Y ese día, el 14 de marzo de 2011, en primera fila en el Lienzo
Charro de Pachuca, convertido en recinto oficial para el informe de Osorio, a
unos metros de su acérrima enemiga Beatriz Elena Paredes Rangel, coqueteó con
el PRI, un sui generis retorno al tricolor, a cuyas filas renunció en aquellos
días cuando Manlio Fabio Beltrones Rivera y Emilio Chuayffet Chemor la echaron
de la coordinación de la bancada priista en la LIX Legislatura federal de la Cámara
de Diputados.
¡Qué tiempos aquellos del inicio del sexenio salinista!
Carlos Jongitud Barrios había caído en desgracia, su cacicazgo ofendía, líder
del SNTE, gobernador de San Luis Potosí, senador y líder del SNTE. El objetivo
de Carlos Salinas de Gortari de acabar con esos cacicazgos sindicales, incluso
procedimiento planteado en un trabajo de Manuel Camacho Solís en sus tiempos en
el Colegio de México.
El 10 de enero de 1989, como un cobro de factura al
sindicato petrolero, cuyo líder en turno, José Sosa le había advertido,
retador, al entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado que si Pemex se
hundía, se hundía México y él, el Presidente, también, a Joaquín Hernández
Galicia (a) La Quina, le armó el tinglado, incluso con el fiambre de un agente
del Ministerio Público que esbirros del fiscal Coello Trejo le fueron a tirar
frente a su casa en Ciudad Madero.
Y La Quina, junto con Salvador Barragán Camacho se fue a
prisión y se le acabó el reinado, el impero construido con dineros de Pemex
fondeados como cuotas al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República
Mexicana.
Unos meses después, también Jongitud fue jubilado, aunque no
encarcelado porque entendió que su tiempo había concluido y lo relevaría Elba
Esther Gordillo Morales, quien formaba parte de su círculo cercano.
Y Elba creció y se volvió influyente, cercanísima al poder
presidencial. Fue legisladora, dirigente de la CNOP e incluso secretaria
General del CEN del PRI. Pero, sobre todo, poderosa. Mandamás incluso en la SEP
durante la docena panista y pretendió mantenerse en ese sitio cuando el propio
PRI sabe que los tiempos son otros y los cacicazgos sindicales y políticos no
tienen cabida. Y el PRI la defenestró. Conste.
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