Señala el
periodista Mauro Campuzano, en su artículo “CETEG: solución final”, éste
concepto de una visión fría, amplia y afanosa con datos claros
periodísticamente; razón por lo cual retomo, lo que cercanamente dice: “Aguirre
pondera el extremo diálogo, no cae en la provocación lo que en política en
muchas ocasiones se percibe como debilidad pues la élite se instaló en el
sabotaje permanente y la fragilidad radica en no caer en los lacerantes
caprichos de un dirigente magisterial y su camarilla”.
Expongo, la vertiente
de la serpiente, cuyos huevos salieron puques o deformados por una genética
política mal concebida. Aguirre mal o deformada la información que se le
prodiga; tal vez, analizada por la óptica de quienes no toman las decisiones,
sino pésimos concejales en pretender aparecer como Richelieu. Una parte de la
manzana de la discordia, devela Mauro; y, con ello, muestra la herida abierta
que en vez de ser sanada por quienes dicen amar a Guerrero, solo atizan la contusión con grillera barata. Pues las
peticiones de la Ceteg, no son las de ser formadores de educandos, sino de
profanadores de presupuestos, detentadores de plazas y más que negociar, buscan
el trueque, cual beduinos, para su satisfacción personal.
El “grueso” de
los maestros, son invocados a las marchas, obstrucciones, paros y demás
afectaciones por rencillas que mantienen con la cúpula de la Secretaría de
Educación en Gurrero, cuyas demandas no les han sido resueltas. Porque ha
pesado más en acto del vandalismo, que discutir con propiedad, método y
decencia desde sus aulas o las trincheras pacíficas soluciones concretas, sin
afectar la enseñanza a los menores o jóvenes, que de por si por sus acciones
pedagógicas, faltas ortográficas, deambular por sitios de diversión o
distracción en horas de clases, nos muestran el reflejo de un magisterio fofo,
gandul, pillastre e iletrado.
Pues mantiene
una “lucha” disgregada, dispersa, inconstante, maniática y antojadiza; la cual
se muestra, se palpa, se observa, se escribe al lesionar la existencia y el
dinero de terceros al bloquear durante más de 15 horas o más en la suma de sus bloqueos,
causando con ello pérdidas millonarias, no tan solo a empresarios, sino
comerciantes de minucias artesanales y ciudadanos que transitan en plan de
negocios para el puerto de Acapulco. Sabedores como los cuatreros, cierran
calles y avenidas de la ciudad capital Chilpancingo, para abalanzarse contra el
enemigo, sea quien sea. No importa la edad. Hay incompetencia para el
razonamiento, cuando esa debe ser una premisa del mentor, luego entonces, puede
ser llamado ¿educando?, cuando está cometiendo tropelías.
Mal concebida la
frase, lema o destello de himno pasajero “marcando también de educa” y/o “Peleando
también se educa”. Valgan los términos en la esencia de la algarabía son válidas,
pero no como una pedagogía para demostrar que su lucha-marcha-destrozo, es una
forma de validar sus demandas. No, por supuesto que no. La forma es fondo,
también. Los maestros han caído en el descrédito de los curas, presbíteros o
sacerdotes. Pregonan palabras de amor y se ensañan barbáricamente con niños. No
es lo mismo ser bueno que hacer el bien.
La lucha de los
maestros distorsionada, viciada, busca los reflectores de la sociedad; pero
esta ya conoce los artilugios, la perspicacia de los mentores, en sus procedimientos
de la enseñanza. La manipulación sobre
los educandos.
No hemos visto
una generación de jóvenes que hayan cambiado sus propios sistemas de hacer
cultura, sus patrones de conducta, su música, sus vestimentas. Vemos jóvenes con
comportamientos -válgase y tómese en cuenta el respeto debido- de autistas.
Cuasi mensos, ignotos comportamientos, erráticas conductas. Mozalbetes
quejumbrosos.
El ventanal nos
muestra que los educandos no tienen buenos ejemplos. Y no faltará quien salga
con la idiotez de manifestar que ellos -los maestros- están para enseñar a leer
y a escribir. No, no, los patrones de conducta educacionales y académico de la
pedagogía se muestran en las aulas. Un buen maestro, enseña a pensar. Lo hace por la formación que le caracteriza,
porque tienen esa vocación. “maestro” que no enseña, simple y llanamente, no es
maestro, es carterista, vendedor ambulante, pasajero existencial (vago), o un
simple ciudadano que pretende un buen salario sin hacer nada por el mundo que
le rodea.
Pero eso sí, con
este magisterio, es como tenerlos en la correccional o en cualquier penal.
*sin.marca@gmail.com
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