Dado que nunca
falta alguien que diga “yo lo vi con mis
propios ojos,… yo lo oí de viva voz”, se supo que un candidato a presidente
municipal se matrimonió para cumplir, en aquel entonces, un requisito
que la sociedad le exigía para ser ungido en el sitial que “democráticamente”
había alcanzado.
…”dicen que dijeron…” que después de la
ceremonia nupcial, la pareja se hospedó en la habitación de un hotel lujoso. Y
cuando quedaron solos, en tanto que él leía y releía un fajo de periódicos y
revistas que de ex profeso había llevado, ella, mujer bella y de alcurnia,
resaltaba su físico recurriendo a esencias y vestimentas que el caso ameritaba.
Cumplido el ritual embellecedor, hizo su primera incursión ante quien esperaba
fuera su amante esposo.
Lucía una bata
que dejaba entrever sus atributos físicos que eran muchos y bien
proporcionados, pero, ¡oh, sorpresa!, el hombre apenas si la miró y contrario a
lo que esperaba la dama se mostró más interesado en la solución de un
crucigrama inserto en una página. Ante ello, la mujer recurrió a su guardarropa
de viaje y eligió ropa íntima ligera que con esmero acomodó en su cuerpo, y
cuando su imagen reflejada en el espejo la satisfizo, dirigió sus pasos hacia
donde estaba su hombre: se mostró coqueta, provocativa, insinuante pero la
respuesta fue similar. Sin desánimo alguno cambió su vestuario y se le
insinuó en repetidas veces; Su último
intento lo realizó desnuda en espera de que su marido la avasallara con
arrebatos carnales, pero éste estaba más interesado en la palabra faltante de
su encrucijada rebuscada.
Y he aquí que
ante esas circunstancias, con parsimoniosa y actitud coqueta fue cubriendo su
cuerpo con prendas íntimas de diseño y hechura finos. Encima de éstas acomodó
un elegante vestido de noche que la hacía ver más hermosa. Retocó su maquillaje
y cuando segura estuvo que no le hacía falta detalle alguno en su arreglo
personal, se dirigió sonriente a su esposo:
-
¡Adiós,
corazón!
-
¿Adónde
vas tan elegante?,… ¿a qué vas por las calles de dios en estas altas horas de la noche? –respondió el
hombre al tiempo que reacomodaba las hojas del periódico.
-
¡Voy
en busca de un hombre! –fue la afirmación contundente de la mujer con ánimo de
provocar indignación en su marido, pero éste, irguiéndose y mostrando
animosidad, se concretó a preguntarle: “¿podrías traer dos?
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