domingo, 12 de mayo de 2013

“DICEN QUE DIJERON QUE ANDAN DICIENDO” Cosas de… Por Margarito López Ramírez


Dado que nunca falta alguien que diga “yo lo vi con mis propios ojos,… yo lo oí de viva voz”, se supo que un candidato a presidente municipal se matrimonió para cumplir, en aquel entonces, un requisito que la sociedad le exigía para ser ungido en el sitial que “democráticamente” había alcanzado.

…”dicen que dijeron…” que después de la ceremonia nupcial, la pareja se hospedó en la habitación de un hotel lujoso. Y cuando quedaron solos, en tanto que él leía y releía un fajo de periódicos y revistas que de ex profeso había llevado, ella, mujer bella y de alcurnia, resaltaba su físico recurriendo a esencias y vestimentas que el caso ameritaba. Cumplido el ritual embellecedor, hizo su primera incursión ante quien esperaba fuera su amante esposo.
Lucía una bata que dejaba entrever sus atributos físicos que eran muchos y bien proporcionados, pero, ¡oh, sorpresa!, el hombre apenas si la miró y contrario a lo que esperaba la dama se mostró más interesado en la solución de un crucigrama inserto en una página. Ante ello, la mujer recurrió a su guardarropa de viaje y eligió ropa íntima ligera que con esmero acomodó en su cuerpo, y cuando su imagen reflejada en el espejo la satisfizo, dirigió sus pasos hacia donde estaba su hombre: se mostró coqueta, provocativa, insinuante pero la respuesta fue similar. Sin desánimo alguno cambió su vestuario y se le insinuó  en repetidas veces; Su último intento lo realizó desnuda en espera de que su marido la avasallara con arrebatos carnales, pero éste estaba más interesado en la palabra faltante de su encrucijada rebuscada.

Y he aquí que ante esas circunstancias, con parsimoniosa y actitud coqueta fue cubriendo su cuerpo con prendas íntimas de diseño y hechura finos. Encima de éstas acomodó un elegante vestido de noche que la hacía ver más hermosa. Retocó su maquillaje y cuando segura estuvo que no le hacía falta detalle alguno en su arreglo personal, se dirigió sonriente a su esposo:

-          ¡Adiós, corazón!
-          ¿Adónde vas tan elegante?,… ¿a qué vas por las calles de dios en  estas altas horas de la noche? –respondió el hombre al tiempo que reacomodaba las hojas del periódico.
-          ¡Voy en busca de un hombre! –fue la afirmación contundente de la mujer con ánimo de provocar indignación en su marido, pero éste, irguiéndose y mostrando animosidad, se concretó a preguntarle: “¿podrías traer dos? 

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