Ernesto Rivera |
La
retórica exigencia de destitución del Secretario de Seguridad Pública y
Protección Civil de Acapulco, Alfredo Álvarez Valenzuela, no deja de ser una
tramposa demanda desde los poderes fácticos,
para frenar, detener, disminuir y desaparecer la corrupción galopante
que de acuerdo a la opinión pública corrompe hasta el tuétano esa corporación
de seguridad, además de buscar detener la grave contaminación social que existe
en fuertes sectores de la prestación de servicios y comercio de la ciudad.
Sectores
estos que son la punta de lanza del
ejercicio permanente de la ilegalidad, vía el usufructo del uso comercial de
calles y banquetas: el ambulantaje, el que se ha convertido en carne de cañón,
del crimen organizado, los “otros rehenes”, como las organizaciones de taxis no
sólo de la zona conurbana, así como también las controladas rutas urbanas y del
transporte de materiales de construcción, quienes fueron los otros “rehenes” de
la ciudad y son utilizados por quienes desde las sombras pretenden impedir la
aplicación de la ley, de las prácticas anticorrupción, y detener el pago de
cuotas como un verdadero cáncer invade esos sectores de la sociedad y del
comercio informal .
Sin
decoro alguno gentes como José Sánchez Sánchez, sofista costeño, tramposo
e ineficaz en su liderazgo, reducido a
vocero de sus jefes que lo usan como títere desde las sombras, pretenden
engañar a la opinión pública tomando las calles, en tanto en una bien
organizada escalada de toma de calles y bloqueos, más que con poder de
convocatoria, con la convocatoria de los
poderes facticos y del salario del miedo
-que sería la envidia de cualquier partido político- toman las
principales avenidas de la ciudad, buscando desestabilizar lo ya ganado, con un
impacto que pudo ser mayor pero que en conjunto la ciudadanía acapulqueña
soportó estoicamente al afán perverso de
quienes se prestaron y se han prestado para perjudicar el desarrollo normal de
la vida cotidiana de los acapulqueños como y del turismo que nos visita.
Operador
de pobres miras, José Sánchez Sánchez, ha jugado al límite generando con sus
gritos, molestias y enojos en su carencia de liderazgo real, en lo que no deja de ser un ejercicio retórico
que nunca concreta en la práctica.
El
pasado jueves 12, estos grupos heterogéneos sin liderazgos reales, pero si
cooptados por los poderes de facto que
los tienen bajo su yugo, y de quienes deberían de emanciparse y dejar de ser
sus esclavos, ha servido de parteaguas entre la ilegalidad que ellos se mueven
y el respeto a la ley que en la opinión
pública ha tenido sin subordinación alguna su crítico más eficaz.
Entre
más fuerte griten y más tensión generen directamente a la administración del
Alcalde Luis Walton Aburto, a las autoridades estatales y federales, sobre el
asunto irrebatible de Alfredo Álvarez Valenzuela, las molestias y enojos que
desate entre sus adversarios y enemigos
ideológicos son incalculablemente inferiores a los beneficios políticos que se
juegan y se obtienen.
Este
espectro de supuesta oposición, lo único que ha sacado a flote fue la
manifestación de fuerza de lo que en voz baja se comenta, la existencia real de
fuerzas de facto que no habían dado la cara y que hoy con estas movilizaciones
fueron identificados supuestos liderazgos que sólo son instrumentos
manipulables, manejables al antojo del miedo, carentes de posibilidades de moverse
por los canales institucionales, que buscan conciliar a su favor inútilmente
grupos antisistémicos, como supuestos actores sociales cuya beligerancia no
mide las consecuencias de enfrentar a un
Estado que nunca permitiría ser rehén de su violencia.
Email:gernestorivera@gmail.com
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