Rogelio Faz/ Uno de los sueños más anhelados por los comunes, como sucede en México, es tener casa propia. Por eso, quienes se dedican al negocio de bienes raíces pueden llegar a obtener buenos dividendos. Que no es lo mismo ser inversionista que se dedica a adquirir propiedades con el fin de regentearlas en el futuro; con todo, es un negocio legal.
Pero muy diferente es que, sin estar en el negocio de bienes raíces ni en el agiotismo de los inmuebles, adquiera éstas sin dejar en claro cómo se obtuvieron y a su vez se es funcionario público.
Al Presidente de México, Enrique Peña Nieto, ‘pueque’ no le gusten las letras, pero sí los números, sobre todo tratándose de sumar bienes inmuebles. Y que mejor oportunidad --típico en políticos mexicanos, como sucede también con el mismísimo encargado de los dineros, el “Secretary of Finance and Public Credit” de México, Luis Videgaray-- valiéndose del poder que les confiere la prole, bola de pendejos, esos que apenas pueden tener un techo, los que hablan por envidia, de acuerdo a Paulina, la hija de Peña Nieto.
No se trata de descalificar a un político por sus ideologías o formas de gobierno, sino de señalar la corrupción crónica que contamina a la sociedad. Verdad histórica de los mexicanos, diría el “Attorney General” de México, Jesús Murillo Karam. El que procura justicia y se queda en el intento.
Peña Nieto y Videgaray, que sin convencer a nadie con sus explicaciones de cómo se hicieron de propiedades con valores estratosféricos --así estén a nombre de segundos-- es una prueba más de la falacia de los políticos mexicanos. Aunque aparentemente no sea con dinero directo de los contribuyentes, si lo es a través del tráfico de influencias o vaya usted a saber de dónde.
Peña Nieto, al igual que los comunes está haciendo realidad el sueño mexicano, solo que a escala mayúscula y sin especulaciones. Pues se las vendieron a precios y condiciones privilegiadas.
Prerrogativas que se pueden dar en México los que llegan a la cima del servicio público. Mientra la prole debe verlo como una dispensa, a discreción, de los mandamás; la que satisface el ego lucrativo y de poder, por eso son lo que son. Salvo que los ‘cachen en la maroma’, pero para eso está el aval de la impunidad. Y de los que “procuradurían” la justicia.
“Un político pobre, es un pobre político”, lo dijo el maestro de la gran escuela en estos menesteres, el dinosaurio priista, político-empresario-mafioso-narcotraficante, Carlos Hank González. Fundador del Grupo Atlacomulco, donde se amamantó a Peña Nieto.
Cuando al presi se le cacha en la maroma, pues resulta que solo sabe contar en lo oscurito, porque a la luz pública no le cuadran los números. Si así fuese, pues bien haría en abrir una compañía de Real Estate como se les conoce en Estados Unidos.
El “realtor” Peña Nieto, como buen mexicano tranza y soñador, cuando no puede ocultar la verdad, y para cuidar su imagen de “Saving Mexico”, echa por delante a la “vieja” (La Gaviota) y le exige como buen macho a que dé la cara: “diles que no estoy, quien ordenó las ollas fuiste tú y fue cuando estabas trabajando”.
La insolvencia moral en la política mexicana, es un mal que sigue echando raíces en nuestra idiosincrasia, que no es otra cosa que corrupción e impunidad. Parte de la cultura mexicana como lo señalo el mismo EPN, uno de los males sociales de México: “la corrupción es… una debilidad de orden cultural”. La prole podrá ir saliendo paso a pasito, pero mientras tanto…
En México siempre hay tragedias que tienen prioridad (la más reciente: la explosión en el hospital en Cuajimalpa), por lo que se tendrá que recurrir a los mismos “salvadores” con toda y su verdad histórica y cultural a cuestas. No hay más, no hay ‘diotra’ pues.
Canción: ¿A que le tiras cuando sueñas mexicano? ... ya no debes nada, tu casa está pagada… (De Chava Flores).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.