lunes, 5 de octubre de 2015

ENTRESEMANA Demócratas, ubicuos y justicieros Moisés Sánchez Limón

MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN

El jueves de la semana pasada, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en entrevista banquetera en el Centro de Convenciones de Morelia, declaró que había tomado la decisión de no volver al PRD.
Unos pasos atrás, Lázaro Cárdenas Batel hizo mutis cuando le pedí opinión respecto de que su gobierno y el de Leonel Godoy provocaron la severa crisis económica, política, social y de seguridad que enfrenta el estado de Michoacán.
Por supuesto, Lázaro no iba a admitir que él y el maestro Godoy desmadraron al estado y lo dejaron sumido en tal crisis que apenas elemental el fracaso de Fausto Vallejo Figueroa. ¿Y si hubiese triunfado en noviembre de 2011 Silvano Aureoles Conejo? Hoy, Silvano es gobernador y ha ofrecido un amplio listado de propuestas y buenos deseos.
En su momento, en el año 2000, Lázaro acabó con la hegemonía del PRI en Michoacán: derrotó al candidato priista al gobierno estatal, Alfredo Anaya Gudiño. Lo hizo con un discurso que fue espejismo, demagogia.
Pero los michoacanos dieron el beneficio de la duda al PRD y, en los comicios de 2007, votaron a favor de Leonel Godoy, quien gobernó durante cuatro años. La misma demagogia y la concesión de espacios al magisterio beligerante, le dieron respiro hasta que en el intento por continuar en el poder, en los comicios de noviembre de 2011, el entonces candidato del PRD, Silvano Aureoles Conejo, fue derrotado por Fausto Vallejo.
Del ingeniero Cárdenas Solórzano se entiende que no quiera volver al PRD. ¿Cómo para qué?
Fue prohombre del PRI, renunció a éste porque no se le cumplieron sus sueños de poder –dizque la idea era democratizar al PRI dirigido por Jorge de la Vega Domínguez y pastoreado por el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado-- para fundar al PRD, al que renunció después de usarlo como ariete para ser jefe de Gobierno del Distrito Federal y tres veces candidato a la Presidente de la República.
Cuauhtémoc fue parte del equipo responsable de los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, en la administración de Felipe Calderón. Hoy es coordinador de Asuntos Internacionales del Gobierno del Distrito Federal, cargo al que no ha renunciado. Que se sepa, no ha sido altruista su tarea en esas encomiendas.
Cuauhtémoc nunca ha ejercido formalmente su profesión de ingeniero; no se le conoce obra como, en cambio, sí la tuvo el ingeniero Heberto Castillo. Pero Cuauhtémoc puede hacer lo que le venga en gana porque, en ese papel de demócrata y salvador de la patria, nuevamente junto con Porfirio Muñoz Ledo –27 años después de la aventura que devino en la fundación del PRD— y otros próceres encumbrados por el perredismo al que renunciaron, lanzó formalmente la iniciativa “Por México Hoy” que, dicen ellos, no aspira convertirse en partido político ni buscar candidaturas. ¡Ajá!
El fundamento de esta organización es, empero, desde la izquierda impulsar la elaboración de una nueva Constitución General de la República. Será, sin duda, la nomenklatura egresada del PRD la que abogue en distintos foros por esto que personajes como el senador Alejandro Encinas aducen en busca de “repensar en colectivo el proyecto de nación”, así, literal. Pero, y quién paga la aventura, con cargo a qué cartera. ¿Les dio la fórmula Andrés Manuel?
En todo caso, serían filántropos de la política y echarán mano de sus dineros para sufragar los gastos de sus tareas. ¿Será?
Lo cierto es que, en este transitar de la historia patria contemporánea y del siglo pasado, México ha sido gobernado en los tres niveles, indudable, por políticos cínicos, ladrones, demagogos, folclóricos, desleales grises y gatopardistas, de corte barroco y hasta con características de intelectuales, otros de plano incultos y con brochazos de sapiencia o traidores que se han asumido demócratas y justicieros con fino olfato de la ubicuidad, un eufemismo de oportunismo, protagonismo y chapulineo partidista con cargo al erario público. Por supuesto, como enuncian los clásicos, hay honrosas excepciones; por fortuna son varias.
La historia de estos personajes comienza a escribirse cuando nacen y se reproducen, esencia natural de la estirpe, en las ligas menores de la política nacional y, cuando ascienden a estratos superiores, ya traen la biografía propia, elaborada por amanuenses y, la real que se guarda celosamente –hasta requerirse en la guerra de lodo-- con todo tipo de anécdotas, al final ciertas, que los pintan sin claroscuros.
Los ciclos no tienen tiempos formales, para el nacimiento, desarrollo, reproducción y permanencia de estos políticos que cubren los escenarios urgidos por hartazgo social. El PRI tuvo su sacudida en 1988, prevista poco más de una década antes cuando José López Portillo y Jesús Reyes Heroles atisbaron la decadencia del partido único.
El desprendimiento de los frentistas de 1987-1988, entre ellos Cuauhtémoc y la inteligencia ubicua de Porfirio con acompañantes como Rodolfo González Guevara e Ifigenia Martínez, dio pauta a una suerte de mazacote en el que tuvieron cabida verdaderos filibusteros disfrazados de izquierdistas que se encargaron de engatusar a ciudadanos que terminaron dándoles, en las urnas, cónclaves en la Ciudad de México, por ejemplo.
Hoy, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, ha ofrecido que se investigarán denuncias contra quienes recién dejaron el cargo de jefes delegacionales porque se les acusa de haberse llevado hasta los teléfonos, minucia al lado de los negociazos que hicieron con el gasto público, obras, servicios y apoyos a la fuerza aérea delegacional integrada por amigotes, compadres, novias, amantes, primos y…
Bueno, bueno, Mancera está obligado a emprender, junto con los nuevos jefes delegacionales, esa limpieza y meter a chirona a estos ladrones de cuello blanco, demagogos pillos. Y, quienes votaron por ellos, asumir la parte que les corresponde. El jefe de Gobierno puede ser responsable por omisión porque es el gobernante de la capital del país. Así de sencillo.
Lo cierto es que sólo hasta tiempos recientes, cuando se acabó la hegemonía priista, es que los mexicanos creímos que, ahora sí, prisiones faltarían para encarcelar a demagogos y delincuentes que se enriquecieron con y desde el poder. Con la oferta de Miguel de la Madrid –la renovación moral de la sociedad—se entendió el fracaso de un compromiso de campaña porque la justicia se aplicó en el concepto justiciero selectivo, el cobro de facturas. Ya nada fue igual, no, empeoró.
Fox fue jarabe de pico y se enriqueció con la práctica de lo que criticó. Del equipo de Calderón salió la camada de nuevos ricos. ¿Demócratas y honestos?
El jueves 1 de octubre, Silvano Aureoles Conejo rindió protesta como gobernador de Michoacán y refirió: “he propuesto un nuevo comienzo no como borrón y cuenta nueva” y acusó: “le hemos fallado a Michoacán la clase política”.
El sábado 3 de octubre, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” asumió el cargo de gobernador de Nuevo León y zarandeó a su antecesor Rodrigo Medina de la Cruz. “Vamos a investigar sin afán de venganza pero con sed de justicia”, ofreció.
Buenos deseos, oferta de alto impacto mediático, líneas discursivas que, sin embargo, tienen el aroma de más de lo mismo. Demagogia o el maná. Digo.
LUNES. Vas puntero en la preferencia electoral de Sinaloa, le dije a Jesús Vizcarra. Atento y sonriente respondió: “De eso, nada”. Y punto. Conste.

@msanchezlimon

Vanguardia Digital

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