Para
Isabel, con un abrazo intenso como
la palabra girasol
Toda ella era un mapa de
letras, silabas y al sonreír un abecedario de signos brotaba de sus labios. Si
esta mujer no fue una palabra, estaba hecha de palabras, de cuerpos, letras y
tormentas de signos y un remanso donde los verbos cobran forma y sonidos.
La conocí hace muchos años en
su casa de la CdMex. Su hija, Isabel Fernández Espresate, gran amiga de mi
mujer, nos invitó a desayunar, el objetivo, establecer puentes con las
editoriales mexicanas para crear en Guerrero un proyecto editorial de gran
calado, y coediciones con editoriales como ERA. Y como siempre sucede en
Guerrero, no cuajó, se le dieron preeminencia a ediciones mal hechas, de alto
costo y publicaciones de facsimilares de libros viejos o reediciones inacabadas
sin ninguna justificación que dijera el origen y el por qué se reeditaba un
libro de tal o cual tema; histórico, literario o de simple cachondeo rural. O
en su defecto, ediciones faraónicas de altísimo costo y que terminaron en un
fracaso de circulación y movilidad.
El proyecto consistía en la
creación de una Editorial y la Dirección General de Publicaciones del Estado de
Guerrero. Bajo una línea editorial integral, involucrar a artistas plásticos,
para que sus trabajos aparecieron en colecciones populares, bien cuidadas y de
bajo costo. En paralelo, darle circulación a los libros a través de ferias,
talleres y lecturas con los propios
autores, y preservar en libros la memoria histórica de Guerrero.
Esa mañana antes del desayuno
le platicamos nuestra intención de crear un editorial desde el estado y a Neus
le encanto el proyecto, una vez que acordamos hacer las gestiones
correspondientes vino el desayuno.
Al colocar en la mesa un platón
con chilaquiles rojos, de sus manos de mujer no solo brotaba el manjar para la
degustación. Entre tenedores y zumos diversos metían su cuchara las palabras,
vi pergaminos, libros en capilla y a un costado de la cafetera rebosante de
olor la prueba de imprenta de un libro de José Emilio Pacheco todavía olorosa a
tinta fresca.
Neus Espresate Xirau, nació en
Canfrac, región de Huesca, España en 1934. Su familia abandonó la península
ibérica por la guerra civil y su padre, Tomás Espresate, editor y liberal
consumado una vez estacionados en México como inmigrantes que huían del horror
o de la picota del tirano, funda uno de los símbolos más importantes de la
industria editorial mexicana, la Imprenta Madero.
Esta mujer que llega a México a
los 12 años, gran lectora para su edad y liberal por convicción espiritual, con
Vicente Rojo, autor de casi todas las portadas de los libros de ERA y José
Azorín fundan la editorial ERA cuyo acrónimo nace de la primera sílaba de los
apellidos de los tres iniciadores de este gran proyecto editorial mexicano por
ensanchar las fronteras y promover la literatura latinoamericana.
Editorial ERA entra al mundo de
los libros con el título; La batalla de
Cuba de Fernando Benítez, al que le siguió; Palabras cruzadas, de Elena Poniatowska.
Después y con el tiempo, este
proyecto impulsado por jóvenes talentosos se convierte en la editorial que
publica a los grandes poetas, narradores, expertos en ciencias sociales, cine,
analistas y hombres y mujeres hechos de palabras como los ojos de Neus que le
darían una ruta crítica no solo desde el ámbito de las letras a la búsqueda
intensa de la libertad.
La UAM le otorga el doctorado
honoris causa en 2011. En su discurso, Neus con su voz hecha de palabras
fervientes y libertarias convirtió a la distinción en un alegato desde las
inteligencia y los libros, un camino para ejercer críticamente la libertad: “Ediciones Era buscó poner al alcance de México y el mundo
hispano las principales obras y experiencias de la izquierda, aquellas que
resultaban imprescindibles para la reflexión, la crítica y la acción”.
En esa línea de apertura
editorial, en el catálogo de editorial
independiente Era, comienzan a aparecer las plumas de: Carlos Monsivais, Roger
Bartra, Antonio Gramsci, Carlos Fuentes, Octavio Paz, y el portento de
creatividad y compromiso con la palabra que hoy es a sus miles de años, Elenita
Poniatowska, entre una decena de grandes autores.
Libros bellísimos y baratos cuyas tapas fueron diseñadas
en su totalidad o casi, por Vicente Rojo.
El talento de Rojo y los ojos de Neus hechos los del
primero de colores, y los de ella de palabras circulan en el ámbito de la
literatura, cine, libros infantiles, en fin un catálogo inmenso de obra
publicada por ERA.
Hoy que las inteligencia y la lectura ha abandonado al
país y que las instancias de cultura hacen poca cosa por impulsar proyectos
editoriales que a futuro serán el radar, la memoria donde las futuras
generaciones podrán abrevar y dar fe de aciertos y errores de una civilización
ilustrada o condenada al silencio.
Proyectos como el iniciado por tres jóvenes debería ser
emulado en México y América Latina, hoy que la bota del bárbaro del norte
amenaza con pisarnos con su sombra de ignorancia intervencionista, y de paso
expulsar a todos los migrantes mexicanos ante el silencio condescendiente o
estratégico del gobierno mexicano.
Neus, mujer hecha de libertad, de ojos para leer y
corazón para amar, de visionaria para celebrar en la gran fiesta de la
inteligencia que los libros, liberan, que sus páginas son la memoria de
civilizaciones y del genio creativo de mujeres y hombres que escogieron el
camino de la libertad bajo el fuego solitario de la palabra, ha muerto, nos
deja cientos de libros en donde las generaciones venideras encontraran lo que
ella dijo, imaginó y llevo a la práctica por encima de presiones y recortes
económicos, una empresa editorial independiente: “el pasado no debe olvidarse y
en esa tarea los editores: adquirimos una responsabilidad enorme en la
conservación de la memoria”.
¡Adiós Neus, gira rojo corazón en la palabra corazón de sol!
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