Rogelio Faz/Cartas desde Chicago. Los escándalos sexo-políticos o religiosos serian un tema aburrido debido a que estos ya se dan en todas partes y en todo tiempo ¿pero qué tal políticos y persignados al mismo tiempo y juntos?
En la grabación donde se aprecia a miembros del Partido Acción Nacional, PAN, de alta jerarquía en una pachanga dándole rienda suelta a sus instintos “impuros”, conviviendo con chicas de mala reputación, ponen en entre dicho no solo al partido, sino a la moralidad de la sociedad mexicana en general.
Para abrir apetito morboso comparémoslos con los escándalos más sonados en la sociedad moralista de los Estados Unidos. Tenemos al ex presidente Bill Clinton y otros gabachitos como al reverendo Jimmy Swaggart, que casi les cuesta el puesto por infidelidades burdas y absurdas, no obstante sus seguidores y colegas les han pasado sus pecados.
Pecados que a la mayoría de los parroquianos harían sentirse angelitos. Pero ahora en México los angelitos son los pecadores, y estos son del partido conservador Acción Nacional.
La sexualidad es connatural en el ser humano, pero lo que se haga con ello, cómo, cuándo y dónde, será lo que determine la moralidad partiendo de preceptos religiosos, culturales o de sanidad mental, que pueden ser catalogados de normales o incluso como delitos.
El criterio que se aplique: moralista o libertino, servirá para determinar si la acción de una persona en ese sentido fue por amor, atracción, diversión, curiosidad, morbo, negocio, etcétera y así calificarlo. Una línea muy tenue divide la justificación, pues con poca “calentura” se puede caer en la tentación y más si hay alcohol y drogas de por medio, y poder.
¡Que tire la primera piedra aquella persona que no haya sido tentado una vez por el pecado carnal! Quien cruce esa la línea tenue se expone a que se le juzgue. Pero de eso a una colectividad con ese propósito, y a esto se le agregue responsabilidad política o religiosa, pues, de acuerdo a lo estipulado será juzgado por las propias normas y cargará con la penitencia y el castigo celestial, ¡ah!, y de sus cónyuges.
Los musulmanes durante el mes del Ramadán -30 días- deberán permanecer en ayuno desde antes que amanezca hasta después de ocultarse el sol. Y consiste en no beber, no comer y no tener relaciones sexuales. Si se rompe la abstinencia así sea en pensamiento, deberá recompensarlo con otro día completo de ayuno después del mes del ramadán, una penitencia conocida como kaffara. Vaya usted a saber si Alá los cacha en todas las maromas. Pero por lo que se ve nunca van a acabar con las kaffaras.
Bill Clinton dijo: “I did not have sexual relation with that woman… Miss Lewinsky”. Y se tuvo que tragar sus palabras y se salvó de que lo destituyeran de su cargo. Escándalo que aún lo persigue con el supuesto perdón de su esposa Hillary.
El Rev. Swaggart tras varios escándalos de índole sexual, un buen día fue abordado por una patrulla de caminos a la vera de una autopista en los Angeles, California cuando estaba en compañía de una prostituta. Swaggart respondió al policía que no era “business” de la policía, que así se lo había dicho su “lord”. El muy reverendo sigue predicando por televisión colectando millones de dólares al tiempo que canta alabanzas haciendo pucheros de pecador arrepentido.
En el caso de México está por ocurrir algo parecido con los panistas cachondos, bebedores y bailadores. Donde la mayoría de sus colegas mexicanos se metn las manos a las bolsas del pantalón, pues ni piedras hay. Menos mal que no son musulmanes, porque se les iría la vida con kaffaras, con la sinceridad que los caracteriza.
Significa que tampoco tendrán el temple para expulsar a los impúdicos del partido. Pues ya dijeron: “we did not have sexual relation with these women…” nomás fue tantitito y me fui.
Ultimadamente, que andamos haciendo los parroquianos metiéndonos en sus “business”, después de todo las “hillaris” mexicanas los van a perdonar.
No deja de llamar la atención este caso pues a diferencia de los individuales en EU, en México son colectivos, a nivel nacional, de políticos y persignados. Para estos días ya pasó a ser anécdota. ¿Será que los mexicanos somos una colectividad cachonda?
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