Diferentes pero similares. José Carlos Robles y Ariel Ramos fueron parte de esa veta de periodistas de antes de ayer que deja huella. De ellos aprendí; en sus pláticas abrevé. De José Carlos confirmé la humildad con la que debe comulgar el reportero; de Ariel supe cómo se dirige un periódico y que la firmeza de carácter no es tiranía.
Ambos se adelantaron a la cobertura de esa singular conferencia de prensa para la cual no hay invitación escrita pero cuya cobertura es debe de debe para todos los reporteros. Otros colegas han atendido la convocatoria, en estos meses que se han consumido de 2014.
Nunca será extemporáneo recordar a quienes partieron porque siempre se estará a tiempo para incorporarlos a la plática de sobremesa, a la del café con los compañeros cuando recomponemos al país. Los buenos, los malos, los maestros, los de la anécdota… los periodistas. En fin…
Vayamos al tema de entresemana.
¿Por qué la recurrente tendencia, de ciertos sectores de la sociedad mexicana, hacia el pesimismo y la crítica simplista, la de bote pronto y observar a través de una lente catastrofista y la recurrente descalificación hacia el vecino de enfrente?
Será porque, como reza la conseja popular, la mula no era arisca, la hicieron a palos. En buena parte la desconfianza hacia los actos de gobierno, programas y presuntos buenos propósitos se ha embadurnada con demagogia y ausencia de voluntad política, amén de que no hubo una vacuna contra la corrupción. ¿La habrá?
Mire usted. Cuando se emprende una cruzada nacional contra el hambre, hay renuencia de gobiernos de diferente partido al del federal que se resisten a aceptar el ingreso de este programa entre sus gobernados porque de siempre ha corrido en carriles de acopio clientelar. Para ganar votos.
En la Ciudad de México, por ejemplo, la delegada en Gustavo A. Madero, Nora del Carmen Bárbara Arias Contreras, rechazó sumarse a dicha cruzada porque avistaba el manejo electoral mediante esa tarea. ¿Será porque ella operó de esa forma en la pasada administración delegacional como directora general de Desarrollo Social?
En el caso de la inseguridad pública, la oferta de combatir y acabar con el crimen organizado en los años que han corrido desde la última década del siglo pasado y los que van del actual, ha estado llena de ingratas sorpresas cuando altos mandos policiacos federales, estatales y municipales e incluso de las Fuerzas Armadas, fueron detenidos por sus vínculos con el crimen organizado.
Lo que ha dado al traste a todo intento por devolver la tranquilidad a millones de mexicanos en estados como Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chihuahua,Tamaulipas y Jalisco, ha sido la falta de compromiso de quienes llevaron a militares y policías a ser cooptados por los capos del narco y del crimen organizado. Salarios miserables y órdenes que no se discuten, se cumplen.
No hubo estrategia. Simplemente se sacó a los militares de los cuarteles, en el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, para combatir a la delincuencia que se fortalecía paulatinamente y se apoderaba del control político, incluso, de algunas regiones.
Con Vicente Fox menguó el combate al crimen organizado. Con Felipe Calderón operó una especie de set cinematográfico en el que se presentaba un día sí y el otro también a supuestos capos, pero los verdaderos se carcajeaban de la demagogia oficial. Miles de muertos y la galopante inseguridad fueron herencia del gobierno panista en el que, la tendencia de la cooptación de militares iniciada con el general Jesús Gutiérrez Rebollo, se coronó con cobro de facturas mediante el encarcelamiento de generales que no eran blancas palomas.
Por eso se ha observado con recelo y pesimismo el trabajo desplegado para combatir a la delincuencia organizada. En Michoacán, los intereses creados que perdieron el control político, han emprendido una sorda campaña de desprestigio contra el equipo encabezado por el comisionado Alfredo Castillo. Alguien debía meter orden.
En el Estado de México finalmente se aceptó la intervención del gobierno federal para enfrentar al creciente posicionamiento delincuencial, en tanto en el estado de Guerrero su gobernador asume con desdén lo que ocurre en la entidad, donde más allá del imperativo de atender emergencias sociales derivadas de fenómenos naturales, cree que la campaña de fotos con funcionarios federales demuestra que no pasa nada.
Ése, el de Ángel Heladio Aguirre Rivero, es el mejor ejemplo de por qué los mexicanos dudan de la capacidad de sus gobernantes y de los programas federales, porque los consideran asistencialistas y electoreros.
Por eso hay quienes, margen aparte de las chabacanas críticas a los uniformes o el símil de la gendarmería francesa, dudan de los alcances de la nueva División de Gendarmería de la Policía Federal.
--¿Se midió el riesgo de que la gendarmería vaya a ser cooptada por el crimen organizado, corrompida como se advirtió, en su momento, en el caso de los militares?— Pregunté a Alejandro Montano, diputado federal priista veracruzano, presidente de la Comisión de Desarrollo Social de la Cámara baja y con una vasta experiencia en esos menesteres de seguridad pública, además de que tiene formación militar.
Montano rechazó ese riesgo. Sobre todo porque, comentó, son jóvenes quienes forman parte de este primer equipo de cinco mil gendarmes, comprometidos con su trabajo, seleccionados de entre 125 mil aspirantes. Sí, están vacunados. Su salario no es miserable y está acompañado de otras prestaciones sociales que evitan tentaciones.
“Ustedes, jóvenes gendarmes, forman parte de un nuevo modelo de seguridad ciudadana y de operación policial, en el que un gran número de mexicanos tiene puestas sus esperanzas. Quiero convocarles para que honren siempre el uniforme y la placa que los distingue como integrantes de la nueva Gendarmería”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto a esta primera camada de un ambicioso programa que pretende devolver la tranquilidad a la sociedad mexicana. ¿Por qué no darles el beneficio de la duda? Digo.
LUNES. Cuidado con los carpetazos o el valemadrismo en temas delicados. La Ley Bala de Rafael Moreno Valle Rosas, en Puebla; el asunto de la Ley Mordaza de Mario López Valdez, en Sinaloa, y el vice gobierno de la CNTE en Oaxaca, son asuntos que preocupan por sus vertientes de ignominia e impunidad, decisiones de virreyes o señores feudales. En otros tiempos habrían sido causales para defenestrar a uno de esos señoritos. Conste.
@msanchezlimon
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