Sargent, de origen
estadounidense, pero asentado en Europa, fue un arribista que se dedicó a la
carrera de retratista para colarse en la alta sociedad de París, donde conoció
a otra arribista profesional también de origen estadounidense: la sensacional
Virgine Amélie Avegno (pron. viryín amelí aveñó), mujer impactante no sólo por
su elevada estatura, anchos hombros y cuerpo de reloj-de-arena, sino sobre todo
por la suave y blanquísma piel que ella misma suavizaba y blanqueaba aún más
con aceites, tinturas y talcos; y a quien la madre había adiestrado en las
artes de fémina caza-fortunas, con éxito, pues finalmente se casó con Pierre
Gautreau (pron. gotró), casi treinta años mayor que ella, pero banquero, con lo
cual Virgine Amélie se convirtió en la socialité Madame Gautreau.
Retrato original de Madame
Gautraeu (oprímase para ampliar) -adviértase el tirante caído
En cuanto el pintor Sargent
conoció a Madame Gautreau, ofreció al marido inmortalizarla 'en el esplendor de
su belleza' mediante un retrato de gran formato. El banquero, sintiéndose
halagado, accedió. De inmediato, Sargent solicitó un jugoso anticipo. Tardó
casi un año en terminar el cuadro, pues la vida social de Madame Gautreau era
intensa.
Ella posó para el pintor en
el castillo que el banquero tenía en la campiña de Bretaña. El vestido elegido
para modelar fue uno de amplísimo escote, de color negro, para resaltar al
máximo la espléndida blancura de su tez. Así, cuando Sargent concluyó el
retrato, de 2 metros de alto, en 1884 , lo inscribió para exposición en el
Salón de la Pintura Parisina. El marido y sobre todo, la madre de la modelo,
opusieron un reparo: el cuadro era un tanto indiscreto, atrevido, así que se le
propuso al autor no titularlo con el nombre de Madame Gautreau sino con el de
Madame X. En el Salón de la Pintura Parisina, de cualquier modo, el retrato
ocasionó un escándalo mayúsculo por... el tirante caído.
La prensa formuló una
pregunta envenenada: "¿El retrato representa el instante previo a la caída
del vestido?". La identidad de la modelo se reconoció al instante (la X no
había servido de nada). Los periódicos fueron implacables: "¿Cómo permitió
el banquero Gautreau que su mujer posara semidesnuda durante largas sesiones,
ante otro hombre ?" Para colmo, el hasta entonces amante secreto de Madame
Gautreau (el doctor Pozzi, su ginecólogo) se presentó públicamente para
defender "el honor de Virgine Amélie". Fue el acabóse. Los Gautreau
tuvieron que salir a toda prisa de París a un largo viaje por el mundo, pues
las artes de la suegra convencieron al banquero Gautreau de evitar un divorcio
que sólo alimentaría más el escándalo.
John Singer Sargent, en su
estudio, con el retrato corregido
El retratista fue obligado a
regresar a su estudio para corregir la causa del escándalo. Singer repintó el
tirante caído y lo colocó en el lugar apropiado, pero el daño estaba hecho.
Nadie aceptó la enmienda que sólo incrementó las mofas. Fue por tanto, el fin
de la carrera de John...
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