Hace unos días me terminaron
de sacar una muela y un diente. Ha sido una de las experiencias más dolorosas
pero a la vez más esperanzadoras de mi vida.
Digo “me terminaron” porque
la cirugía que requerí por descuidado –debo aceptarlo- comprometió tres piezas
dentales, dos que ya me extrajeron y otra más que espero solucionar con
endodoncia.
No sé mucho de estas cosas
pero los que sí saben me dijeron que por no haberme sacado a tiempo la llamada
muela del juicio, ésta provocó que se me enchuecara el diente que se encuentra
–más bien se encontraba- ubicado antes
de ésta (como ya soy neófito confeso disculparán que no le diga por su nombre).
La cara de la pieza en
mención, en vez de estar hacía arriba de frente al diente superior, se
encontraba de lado mirando hacia la lengua tal vez sorprendido por tanto que
hablo. El crecimiento de la muela entró en conflicto con ese diente y éste a su
vez afectó a otros haciendo un efecto dominó de malestares, muy lastimosos para
mi persona.
Debido a esa posición del
diente no fue posible sacarlo entero junto con la muela del juicio. Requerí
otra sesión en la que, con todo y anestesia, sentí por un par de horas como que
me jalaban un pelito de la nariz, de esos que duelen hasta lo más profundo de
la conciencia.
Fue doloroso pero la
esperanza de que una vez fuera esos benditos dientes de mi boca el dolor
pasaría, me ayudó a superar la traumática experiencia de estar frente a frente
con un personaje que no necesita verse rudo para ser temible: el dentista y sus
odiosos ganchitos.
Un par de días antes,
médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), realizaron en el
Hospital Regional Vicente Guerrero una “procuración de órganos” que desde el
2009 no se hacía en Guerrero.
Una familia del vecino
estado de Morelos cuya hija de apenas 18 años de edad quedó en coma luego de un
accidente de automóvil, tuvo que decidir donar sus órganos y así la joven
pudiera descansar en paz luego de un largo periodo en estado vegetal.
Sin duda fue una decisión
muchísimo más dolorosa aún pero la esperanza de que ella pueda vivir a través
de otra persona hizo que esa familia afrontara esa triste situación con un gran
valor y altruismo.
Los teóricos del conflicto
indican que éste propicia la innovación, es decir, que puede hacer a las
personas tomar decisiones, o hacer cosas que antes no habían hecho. De ahí que
si alguien es conservador y espera que el estado de las cosas continúe sin
alterarse no es recomendable colocar a las personas en una situación en la que
deban tomar una decisión radical de todo o nada, o de patria o muerte como en
la guerrilla de los años 1970.
Lo digo por el Partido
Acción Nacional (PAN), que para distraer la atención de la consulta popular
propuesta por la izquierda para la reforma energética, pretende jugar con un
tema doloroso para millones de mexicanos, sobre todo para los 60 millones que
viven en la pobreza.
El PAN quiere preguntarnos
si estamos de acuerdo en que aumente el mísero salario mínimo, como si fuera un
simple asunto de consensos y no de justicia histórica. Si se toma en cuenta que
más de la mitad del país es pobre, el resultado será obvio.
¿Qué harán los panistas?
¿Qué le dirán a las cúpulas empresariales y al embajador del Fondo Monetario
Internacional en sus gabinetes y el de Peña Nieto, léase Agustín Carstens? Este
ya profetizó a México el apocalipsis
económico como si actualmente estuviéramos en el paraíso o ganáramos su peso en
oro.
¿Quién le cree al PAN o
quién le cree al PRI cuándo salen con que llevarán a consulta temas como el
aumento al salario o la eliminación de diputados plurinominales que en su Pacto
por México pudieron meter en la agenda de las reformas, en la que si dieron
cabida al robo más grande de todos los siglos que incluyó su propia versión del
Fobaproa?
Que un país con un PIB per
cápita de 10 mil 832 dólares existan 60 millones de pobres refleja claramente
las desigualdades con las que la derecha mexicana se ha puesto a jugar.
Parafraseando a Tito Livio,
el valor es lo que nos hace iguales y la necesidad es la más poderosa de las
armas. La derecha, si tiene buen juicio, no debe jugar con el tema del salario
porque la esperanza es una llama que no podría apagar sin afectar a las cúpulas
empresariales históricamente aliadas con el panismo.
No sea que 60 millones de
mexicanos despierten decididos a quitarse para siempre ese dolor de muelas que
los gobiernos neoliberales han sido para este país. Apelamos a su buen juicio.
jesuslepez@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.