Marie Curie es
ampliamente conocida como la primer genio que ganó dos Premios Nobel. El
primero lo tuvo en 1903, cuando ella y su marido, Pierre, fueron galardonados
con el Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre radiación. Luego,
en 1911, ella ganó un Nobel de Química por el descubrimiento del radio y el
polonio. Pero a medida que su reputación como una brillante científico estaba
creciendo, la madre de origen polaco de dos pequeñas se encontró en el centro
de un escándalo sexual de niveles espectaculares.
Cuatro años después
de que Pierre Curie murió en un accidente automovilístico en 1906, Marie se
afianzó en un tórrido romance con uno de sus antiguos alumnos, el físico Paul
Langevin. Los dos compartían un nido de amor en París cuando la esposa de
Langevi comenzó a sospechar y decidió investigar. Ella contrató a un hombre
para que entrara en su cara y robara cartas comprometedoras, que luego fueron
filtrados a la prensa.
Los periódicos
franceses fueron tras la historia con mucho gusto. Pintaron a Curie como una
destructora de hogares y también como una judía seductora, a pesar de que ella
no era judía. Pero la historia se prestaba al juego por la xenofobia de la
época, y la avivó la indignación pública. La situación empeoró tanto que una
noche, cuando Curie regresaba de una conferencia en Bélgica, encontró a una
multitud enfurecida que rodeaba su casa, atormentando a sus dos hijas. Ella
rápidamente empacó sus cosas y huyó a casa de un amigo.
El Duelo.
Ansioso por
defender el honor de Marie, Langevin desafió a duelo a uno de los editores de
un periódico. Los dos hombres se enfrentaron, pero nadie disparó. Mientras
tanto, otro hombre vino a “la defensa” de Curie. Albert Einstein ofreció un
poco de razonamiento que parecía a la vez peculiar y ofensivo. Sostuvo que
Curie, a pesar de su brillante inteligencia y su naturaleza apasionada, no era
lo suficientemente atractiva como para representar una amenaza para nadie.
En 1911, con el
escándalo en todo lo alto, Curie ganó su segundo Premio Nobel. El comité del Nobel
le sugirió que omitiera su asistencia a la entrega de premios, pero ella fue de
todos modos. El furor se calmó finalmente, sin duda ayudado por la humilde y
ciega dedicación de Curie a la ciencia. Curie murió en última instancia, por su
trabajo, sucumbiendo a enfermedades causadas por la exposición prolongada a
materiales radiactivos. Incluso ahora, los apuntes de Marie Curie son demasiado
radiactivos para ser recogidos a mano.
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