Pasará mucho tiempo (si
llega a suceder) para que el PRD pierda el acatamiento hacia AMLO. Así que,
para no pisarle la cola al tigre, está apelando a una perogrullada de la
democracia para justificar ante AMLO sus vínculos con Enrique Peña como próximo
Presidente de la República.
Así que descubrió el
hilo negro para acreditar su decisión de partido que participa en el sistema de
partidos: mantendrá con el mandatario “una relación institucional”. Lo risible
es que lo afirma como si la democracia no se basara, exclusivamente, en las
instituciones.
¿O es que el PRD piensa
que podrá mantener con Peña otro tipo de relación? ¿De amistad? Imposible,
porque ya el Presidente electo advirtió que “un Presidente no tiene amigos”.
¿De componendas? Tampoco, porque ya Peña anunció que creará una comisión
anticorrupción.
Sin embargo, los
perredistas siguen enredados: no dejan de ser las viudas de AMLO, a pesar de
que su verdadero jefe, Jesús Ortega, haya afirmado que, tras la salida de éste,
en el PRD se terminó con “la esquizofrenia política, dos visiones, dos
comportamientos, dos posiciones diferentes”.
Por ejemplo, el
escudero de Ortega, pero líder nominal, Jesús Zambrano, asegura que el partido
“sí tendrá una relación con Enrique Peña, aunque será a través de los canales institucionales
como el Congreso de la Unión, como partido institucional que somos”.
Y el secretario general
y alfil de AMLO, Alejandro Sánchez Camacho, precisó que la relación
institucional con el próximo Presidente “no significa que le demos legitimidad o
reconocimiento; se trata de legalidad institucional, mas no reconocimiento
político ni legitimidad”.
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