Rodrigo Huerta Pegueros |
Tras dos sexenios panistas—Vicente Fox Quesada y Felipe
Calderón Hinojosa—en donde los usos y costumbres del poder presidencial fueron
trastocados, el recién estrenado presidente priista logró hacer de su arranque
todo un acontecimiento político al enumerar en su primer discurso en Palacio
Nacional sus principales ejes de su gobierno en donde dio cuenta de la
sensibilidad política con la que cuenta y reflejar en estos compromisos todo el
bagaje de demandas y aspiraciones del pueblo mexicano.
Solo para aquellos que no quieren ver mas allá de su
propia nariz, podrían negar que las propuestas que hizo Peña Nieto no son un
reflejo de los reclamos de una sociedad agraviada que quiere y aspira a ser
mejor, vivir mejor, tener mayores oportunidades, servicios públicos de primera,
una justicia que acompañe y no agreda al individuo, una seguridad social universal
que ha sido por muchos años pospuesta y una infinidad de obras de
infraestructura necesarias para darle al país un cambio en su imagen y a sus
habitantes mejores formas de movilidad, sin olvidar los mas sentidos programas
que tienen que ver con el ser humano, con el sujeto marginado, sin empleo y
olvidado. A todos, el nuevo mandatario les ofreció trabajar para que tengan
alimento en la mesa, empleos y oportunidades para elevar su nivel de vida.
También en la agenda presidencial incluyó el combate a la
corrupción, a la impunidad y a los malos servidores públicos, particularmente
los que tienen que ver con la educación pública de México.
Pero para que estas propuestas puedan realizarse, el
nuevo presidente de México advirtió que primero se tienen que hacer los ajustes
necesarios para que el país vuelva a vivir en paz, sin el temor o la
incertidumbre de ser presa fácil de la delincuencia común u organizada.
Anunció una serie de cambios en la estrategia de
seguridad pública al enviar al Congreso de la Unión la iniciativa para reformar
la administración pública federal y darle un nuevo cariz y un nuevo sentido a
la Secretaría de Gobernación a fin de que vuela a ser la dependencia en donde
se tienen que resolver los conflictos de orden de seguridad interna y externa a
la vez de ser el enlace natural entre las diversas fuerzas y organizaciones
políticas oficiales y no gubernamentales.
La asunción al poder de Enrique Peña Nieto se dio entre
protestas y la pompa, como dirían algunos observadores del New York Times,
mismos que han calificado los anuncios como radicales pues señalan que pretende
no solo grandes cambios sino que también monumentales gastos los cuales no
serán posibles si no se logra imponer primero la paz social, aminorar la
violencia e impulsar la prosperidad y el crecimiento económico que de cómo
resultado la disminución de la
desigualdad social que hoy priva en más del 60 por ciento de la población
nacional.
El presidente Peña recibió desde las primeras horas del
primero de Diciembre la lealtad de las fuerzas armadas de México en sendos
eventos realizados en las sedes de la Secretaría de la Defensa Nacional
(SEDENA) y en la Armada de México (SEMAR), no sin antes haberse difundido la
toma de posesión del titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel
Chong.
Los usos y costumbres del PRI regresaron por sus fueros.
Y para coronar su triunfo electoral, el presidente Peña
afirmó que ‘’este es el momento de México’’. ¿Qué quiso decir?
Queremos creerle al presidente que esto así va a ser.
Pero por lo pronto solo daremos el beneficio de la duda.
Hay mucho por hacer, hay mucho que acordar, muchos frenos
que quitar y muchos obstáculos que derribar.
A unas horas de asumir su cargo, el presidente del PRI
fue recibido en calles del Distrito Federal y algunas entidades del país con
gritos y sombrerazos, aunque lo ocurrido en el DF es verdaderamente condenable
y lamentable por las víctimas que resultaron de esos hechos violentos, pero
también por la agresión que sufrieron monumentos históricos nacionales como el
Hemiciclo a Juárez en la remodelada Alameda de la ciudad de México.
Aún así, el presidente Peña logró cuando menos convencer
a los dirigentes nacionales de los partidos del PRD y PAN para firmar una serie
de acuerdos que van de la mano con los compromisos anunciados en su toma de
posesión.
Este logro es verdaderamente inusitado, pero su desempeño
y su viabilidad están por verse, particularmente cuando existen voces dentro y
fuera del PRD que están contra dicha firma estampada por su dirigente nacional
a quien acusan de no tener el valor político intrínseco del respaldo mayoritario
o del grueso de militantes y dirigentes perredistas (entre ellos los el estado
de Guerrero).
No han transcurrido ni setenta y dos horas de la toma de
posesión del nuevo presiente de la República cuando se tiene un titipuchal de
acuerdos y compromisos que están ya siendo parte fundamental de la nueva agenda
presidencial.
Lo que esperaremos los mexicanos es que estos acuerdos y
compromisos se hagan realidad tanto dentro del Congreso de la Unión como en el
territorio nacional, esto es, en los estados y los municipios, particularmente
en esos lugares donde vive el grueso de la población que aspira a tener que
comer, acceso al empleo, a las oportunidades y a recibir mejores servicios
sociales, de educación y salud y un entorno económico que beneficie a
emprendedores e innovadores y sobre todo se tenga un clima de seguridad pública
de primera y con ello la reinstauración de la paz social que ha estado vedada
para todos los mexicanos en los últimos seis años.
Hay mucho más que decir, pero estamos seguros de que la
mayoría de los mexicanos atendió estos eventos y conocen tanto los compromisos
como los acuerdos que anunció y firmó el presidente de la República, por lo
tanto, habremos de volver al tema pero en función de lo que dicen, señalan,
aprueban o rechazan los guerrerenses, sin dejar de opinar sobre el gabinete
presidencial donde aparece una guerrerense distinguida como Secretaria de Turismo, ella es, Claudia
Ruiz Massieu Salinas.
Periodista/Analista Político*
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