Rodrigo Huerta Pegueros |
Hace
unos días el candidato a rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG),
Javier Saldaña Almazán, se comprometió con la comunidad universitaria a
devolverle su valor histórico olvidado por varias administraciones anteriores.
La
mística universitaria de entonces (1972) consistía básicamente en ampliar su radio de acción y
sus instalaciones a fin de acoger a más estudiantes demandantes de educación
superior y convertir a la institución en una especie de contrapeso a los
poderes públicos.
Frente
a esto, el aspirante a la rectoría pretende retornar a los orígenes de la Universidad-Pueblo y todo lo que ello
entraña.
Saldaña
Almazán será seguramente rector de la
UAG—pues es candidato de unidad—y por ello la importancia de sus declaraciones
que ha proferido en varias ocasiones frente a los estudiantes, maestros,
trabajadores de la UAG y ante los medios de comunicación, en el sentido de que
su visión sobre lo que es y debe ser esta en el futuro la universidad fue
abrevado durante la rectoría del fallecido rector, doctor Rosalío Wences Reza, el
inolvidable sociólogo visionario quien tuvo no solo la entereza, sino también
la valentía y los arrestos para lograr instaurar una novedosa política
educativa superior en el estado de Guerrero del tamaño que se necesitaba y lo demandaba
el propio pueblo.
Este
esfuerzo monumental del doctor Wences Reza fue aún magnificado por la serie de
embestidas que tuvo que sufrir la institución y sus dirigentes y a él en lo
particular por parte de los gobiernos federal y estatal, en esos tiempos encabezados
por Gustavo Díaz Ordaz, como presidente de la República y Luis Echeverría
Álvarez como secretario de gobernación.
Fungía
como gobernador de Guerrero, Israel Nogueda Otero, quien posteriormente fue
sustituido por Rubén Figueroa Figueroa.
Todos ellos cometieron una serie de hechos y acciones represivas y de lesa humanidad. La impunidad se impuso y
ninguno de los gobernantes fue sentado en el banquillo de los acusados aún y
cuando fueron comprobados todos los delitos por ellos cometidos.
Rosalio Wences Reza |
Sin
embargo la embestida se resistió gracias al apoyo popular, de los universitarios
y la solidaridad nacional e internacional. Con las movilizaciones y las
denuncias en foros internacionales se venció a los enemigos de la educación
pública superior, progresista y crítica. Una de las vertientes de la política
universitaria era cuestionar los planes y programas de los gobiernos a fin de
que estos no tuviesen un sentido clientelar sino de beneficio a las comunidades
marginadas y en expansión.
Escuchar
a Saldaña Almazán sobre este tópico nos lleva a recordar los tiempos del
heroísmo de los universitarios guerrerenses. Muchos años antes de esta
embestida, otros estudiantes y luchadores sociales hicieron lo propio para
lograr la autonomía universitaria (1960), logro que costó muchas vidas humanas
tanto por parte del pueblo como de la comunidad estudiantil frente al gobierno
despótico y sanguinario del entonces gobernador, General, Raúl Caballero
Aburto.
Hoy
los tiempos han cambiado. Las luchas políticas se dan en forma abierta y con
menos terror que hace más de cincuenta años. Ahora a nadie le horroriza ni
sonroja que se aspire a que la UAG retome sus objetivos originales y que sea en
realidad, no solo el artífice de una sociedad mas educada y con posibilidades
de desarrollo sino también el ser un instrumento que hoy por hoy hace falta en
Guerrero para que se constituya en un verdadero y real contrapeso del poder público
y que no solo se circunscriba a criticar o cuestionar sino que ponga en tela de
duda los programas y planes de desarrollo del gobierno estatal y proponga
alternativas de solución y oferte su cooperación y conocimientos académicos y
científicos para que sean los propios universitarios los que tomen en sus manos
el devenir de la entidad.
Lo
que si es necesario que el futuro rector Saldaña Almazán haga es volver a ser
solidarios con la población.
El
acercamiento de su estructura no será suficiente, de no ser que coadyuve con
los segmentos populares en sus aspiraciones de transformar su entorno e innovar
en ciencia y tecnología. Asimismo debe ofertar a los habitantes de la entidad
los proyectos que se hayan creado en sus aulas como alternativas para solucionar
los problemas que les aquejan, ya sea del ramo de la salud, la infraestructura,
el turismo, la ecología, el derecho, la minería, ingeniería y arquitectura o en
los rubros de la economía y filosofía, entre muchas de las unidades académicas
existentes.
Devolverle
el sentido y el espíritu original de servicio de la UAG debe ser la guía que
conduzca las acciones de la próxima administración universitaria.
La
ampliación de sus actividades académicas no deben ser obstaculizadas sino mas
bien apoyadas por todos—gobierno-sociedad y académicos—.
Solo
de esta manera, la UAG volverá a ser un referente para los guerrerenses y un
oasis entre el desierto de ideas y propósitos de quienes hoy por hoy encabezan
las instituciones públicas y políticas del estado de Guerrero.
¡Bienvenida
la política de la Universidad-Pueblo!
Periodista/Analista Político*
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