miércoles, 26 de febrero de 2014

Entresemana Una historia diferente… Moisés Sánchez Limón

El relevo en la presidencia de la Cámara de Diputados para el próximo semestre --recordó José González Morfín-- siempre estuvo confirmado. ¿Quién metió ruido con el dicho de que Ricardo Anaya Cortés desconocería el acuerdo?
¿Fuego amigo y ganas de joder al vecino? Sin duda, desde el Senado surgió la pretensión de enfrentar a González Morfín, amigo personal de Felipe Calderón Hinojosa, más que simpatizante o miembro de la corriente calderonista, con el próximo secretario General del CEN del PAN y de abierta simpatía por Gustavo Enrique Madero, el aún presidente de la mesa directiva de la Cámara baja, Ricardo Anaya Cortés.
Dos personalidades contrastantes. González Morfín tiene todas las tablas con las que un político a punto de cumplir 60 años puede aspirar. El michoacano, originario de Cotija, cumplirá seis décadas el próximo 25 de julio.
Anaya Cortés, ayer martes cumplió 35 años. Es un joven abogado originario de Querétaro e imparable y envidiable carrera política en ámbitos del PAN, de cuyo Comité Directivo Estatal fue presidente a los 31 años, diez años después de haber sido diputado local.
Son éstas las caras que el PAN tiene para superar esta crisis de credibilidad que enfrenta luego de perder la Presidencia de la República. En este espacio, hace poco aludí a González Morfín y Anaya Cortés como garantes de un pacto de caballeros, de estos que en el Partido Acción Nacional se olvidaron entre los arrebatos personales y la disputa por el poder, el control de un instituto político al que Felipe Calderón desmadró en aras de sus sueños de caudillo de opereta.
En efecto, el pacto para que la Presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, en el segundo año de la LXII Legislatura, lo ocupara Anaya Cortés los primeros seis meses y, González Morfín, el restante semestre, fue transparente y sin dudas.
Pero, por ahí de diciembre del año pasado, casualmente cuando arreció el escándalo por los llamados moches, o el diezmo supuestamente cobrado para negociar presupuesto a favor de alcaldes, por Luis Alberto Villarreal García, coordinador de la diputación federal panista, y otros legisladores albiazules afines, también casualmente, a Gustavo Enrique Madero, trascendió que Anaya se quedaría en la Presidencia camaral todo el año legislativo, es decir, hasta el último día de agosto de 2014.
Por supuesto, la versión entrañaba dos vertientes. Encaminada, una, a la ruptura en la bancada panista de los diputados, un símil a lo ocurrido en el Senado, donde los calderonistas se suman a la causa corderista y han metido en el tobogán del desprestigio al colimote Jorge Luis Preciado, coordinador de la fracción de una fracción del PAN en la Cámara alta. Al final de cuentas tirarían sus redes los pescadores de la barca de la frustración.
La otra, provocar un enfrentamiento directo entre González Morfín y Anaya Cortés, con el riesgo del severo desgaste que ello implica para dos personajes que, dígase lo que se diga, son lo mejor que hay en este momento en el PAN, por encima de famas de dinosaurios albiazules y de esquizofrénicos seguidores de Felipe Calderón o redentores que añoran los tiempos de la docena trágica que los hizo millonarios e impunes.
¿Quiénes para rescatar el prestigio albiazul con el prestigio personal de una carrera política sin mácula, que es decir mucho?
Porque, mire usted, esta situación que enfrenta el PAN, con un grupo de francotiradores que han hecho todo lo posible por acabarlo, en la malsana pretensión de reconstruirlo desde sus derruidos cimientos, alzándose salvadores de la democracia, ha provocado la renuncia o salida paulatina de sus filas de personajes como Fernando Elizondo Barragán, ex gobernador de Nuevo León, y Manuel y Tatiana Clouthier, hijos del extinto Maquío.
--¿Va a ocupar la presidencia de la Mesa Directiva  los próximos seis meses?—se preguntó el lunes pasado a González Morfín.
--Así es—respondió.
--¿Ya está confirmado?
 --Así es. Espero. Bueno, siempre ha estado.
--¿En qué términos ha sido confirmado?
--No, hay que esperar en su momento. En este momento el presidente de la Mesa es el diputado Ricardo Anaya, está en el evento del Día de la Bandera con el presidente de la República en Monclova Coahuila, por eso no está ahorita en la inauguración del Parlamento, seguramente estará en la clausura—redondeó institucional. Pero luego avistó:
“Lo que venga a partir de marzo yo creo que es una historia diferente, yo creo que hay que darle su tiempo”.
Sin duda, una historia diferente. ¿Cuál será la apuesta de los corderistas? Falló la estrategia encaminada a una ruptura. Que dos panistas vacunados contra el escándalo y el desprestigio partidista hayan cumplido su palabra, es buena señal contra quienes zopilotean alrededor del enfermo PAN. Digo.

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