Son un poder, dentro de los poderes
federales y locales. Se han convertido, por la tibieza, omisión, impotencia y colusión,
de las autoridades judiciales, policiacas y políticas (a quienes sirven
impunemente) en un grupo especial que aterroriza, agrede y huyen cobardemente
luego de su fechoría.
Me refiero a los
guardaespaldas, los “guaruras”, el brazo agresivo de políticos, millonarios,
empresarios, amantes de estos, esposas,
hijas, queridas y más. Estos “guarros”, el 95% de ellos incultos, cuya única
condición para ser contratados es desconocer el dolor humanos de quien agrede,
saber manejar armas, ser fornidos (si no los prepararan para ello), medir más
de 1.85 metros de estatura. No importa si carecen de documentos académicos,
pues su trabajo será golpear, asustar y hasta matar en caso necesario.
Regularmente el “patrón”
NO lo selecciona, se lo encarga a su “asistente personal” –un sanguinario-. Hay
algunas consideraciones para su contratación: haber sido militar, en retiro,
expulsado o desertado. Haber pasado por alguna policía ministerial: judicial,
de investigación, militarizada. Hay millonarios que piden extraerlos de barrios
bajos en estados, ciudades, etc. unos verdaderos mercenarios. No importa que
carezcan de documentos oficiales de estudios, pues su labor es cuidar, golpear
e insisto asesinar.
Lamentablemente esta
actividad está descontrolada, no de ahora, ¡de siempre! Sólo que hoy se agudizó
en la Ciudad de México y en entidades con poder económico considerable.
Los “pudientes” los
contratan ante la incapacidad y corrupción de las autoridades de controlar la
delincuencia, al crimen organizado, a las mafias –conocidas-, pero permitidas.
En el caso de la Ciudad de
México, ni la Procuraduría General de Justicia (PGJCDMX), ni la Secretaría de
Seguridad Pública (SSP) tiene un Padrón de “guardaespaldas”. Están fuera de
control y lo peor, esta secta peligrosa porta y poseen armas en grandes
cantidades. Se ve la cajonera, la que llevan en el cinto o en la sobaquera;
pero en realidad en la cajuela del auto o en un compartimento adaptado al
mismo, traen escopetas, metralletas, cuernos de chivo, cargadores, granadas
y con ellas circulan libremente por toda
la ciudad.
Sólo porque la sociedad es
perceptiva, inteligente, observadora, ubica y detecta quienes son “guarros”,
pues sus coches son inconfundibles: traen tumbaburros, vidrios polarizados,
rines pintados de negro (sin tapones), códigos (luces intermitentes azules y
rojas), adheridas al parabrisas por dentro. Cuando escoltan a su miedoso jefe,
bajan los vidrios traseros y en ambos lados, dándose la espalda, dos escoltas
con mirada amenazante, traen en sus piernas sendas metralletas y en una mano su
pistola de cargo.
El chofer siempre “avienta
la lámina” al vehículo que involuntariamente se acerca al del “patrón” y así lo vean patrulleros de tránsito o de
crucero, se hacen de la vista gorda y “dejan hacer, dejan pasar”.
A los diputados y
senadores federales (ellos también traen escoltas ilegales), los diputados
locales (ALDF), les da miedo legislar en la materia. No existe, insisto, Ley
que regule la operación de los “guarros”…¡Vamos… ni la Secretaría de Hacienda,
a través de su brazo intimidador, el SAT, es capaz de someter a esta élite del
miedo, exigiendo a sus “patrones” las nóminas de pago y retención de impuestos,
por los servicios prestados;: son empleados asalariados, que desde luego evaden
al fisco. Videgaray y su cobrador de tributos, en la omisión, simulación,
colusión.
El caso que hizo despertar
de sus curules y escaños a los “dilectos” legisladores, fue la golpiza que
ordenó le diera a un automovilista en Viaducto Tlalpan, el corrupto,
defraudador y cobarde, “Lord Ferrari”,
Alfredo Sentéis Palacio, quien muy obediente, armado y cobarde, Sergio
González, acató la disposición e inmisericordemente sacó en vilo al
aterrorizado Jair, para zarandearlo, arrastrarlo y golpearlo a placer en el
suelo.
La historia es de todos
conocida, por lo que la dejo hasta aquí.
Si no ha sido por un
video/aficionado que subió a las redes sociales las incalificables escenas, ni
Miguel Ángel Mancera, Rodolfo Ríos Garza, Hiram Almeida, la PGR, Los Pinos, San
Lázaro y la ALDF, hubieran reaccionado. Todo seguiría igual. Todos a quienes
referí se desgarraron las vestiduras, se envolvieron en la bandera y “dilectos”
quieren ahora crear la “Ley Guardaespaldas”, para controlar esta tenebrosa
actividad (miedo de la sociedad), muchas décadas después.
Nunca como hoy se aplica
“después del niño ahogado tapan el pozo”. Que le pregunten a Jair y a sus
familiares si no es demasiado tarde querer “controlar” con una Ley, a estos
cobardes e impunes sujetos. Machos, porque portan armas prohibidas –y lo sabe
la autoridad-, incultos, agresivos, montoneros, impunes. Un articulado, como
todos los que se promulgan se viola. Estos “guarros” no respetan nada, sólo a
quien les paga; sabedores que con un “entre” o un amedrentamiento con sus
armas, les permite la huida después de inmoral acción.
Tanto el PAN en la ALDF,
como el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera,
“expedito” luego de ser exhibido en televisión, radio, redes sociales, prensa
escrita, radio pasillo, en el café, como incapaz para controlar el servicio de
“guaruras”, (nada menos él trae un convoy de 5 camionetas de guarros, 4
motocicletas de SSP, sus “pajaritos” por la ruta que tomará la caravana),
enviará a la Asamblea Legislativa la iniciativa de “Ley de Guardaespaldas”,
para “meter” al orden a estos sujetos… Y
no es que sea incrédulo, pero así nos han acostumbrado, nada pasará. Todo
seguirá igual.
Como ciudadano le voy a
dar unas sugerencias para hacer visibles, a los ojos de la gente la presencia
de los guardaespaldas, porque la “materia gris” de MAM, Luis Serna Chávez, sigue en el Limbo,
ausente, sin sugerir nada.
A ver señor Mancera, para
ordenar a los grupos del miedo (léase guaruras), al contratarlos deben tener
como mínimo bachillerato (al menos una embarrada de cultura general),
comprobable, con certificado de Secundaria y Prepa.
Pasar exámenes de Control
de Confianza. Su “patrón” o contratador debe estar dado de alta ante el
persecutorio SAT. Estos sujetos cobrar por nómina, honorarios u otro régimen
fiscal para que paguen impuestos.
Quien sea apto, su Jefe,
deberá dotarlo de uniforme; sí, traje azul marino, gris Oxford o negro, camisa
blanca y corbata de color destacado (roja, morada, azul o verde eléctrico), lo
anterior para que el ciudadano de a pié y conductor, los identifique cuando
están circulando o en espera de su “paquete”.
Las armas que portan
(todas) deben estar registradas ante la SEDENA y la PJGCDMX, periódicamente revisadas y censadas por ambas
autoridades. Los artefactos que siempre esconden en el domicilio o automóvil
también deben tener registro, de lo contrario ser decomisadas; el patrón y guardaespaldas detenidos por “posesión y acopio de armas”.
Los autos escolta. Deben
ser de color único para todos los grupos. Prohibido traer vidrios polarizados;
si tumbaburros, rines negros, no tapones, en las portezuelas izquierda y
derecha posteriores, deben tener dos cromáticas, muy visibles, el número de la
placa de circulación y un código que la PGJCDMX y SEDENA, le asigne a cada
auto, para que el afectado o afectados lo registre y denuncie ante la
autoridad, a los medios de comunicación y subirlo a las Redes Sociales.
Es obligatorio, además por
Ley, crear el Padrón de Guardaespaldas, con todos los datos personales de cada
sujeto y su patrón. Lista que debe ser pública y abierta, en las Páginas de la
PGJCDMX, PGR, SSPCDMX, y a través de los
Institutos de Acceso a la Información en todo el país obtener el catálogo que
los medios de comunicación y el afectado solicite.
Las Redes Sociales, la
radio y la televisión se encargarán del resto. Si a ello la autoridad no
responde, la sociedad tomará cartas en el asunto, como sucedió con Lord
Ferrari.
Los escoltas de los
funcionarios públicos federales y de la CDMX, también deben sujetarse a esta
disposición. No hay excepciones a la Ley.
Así como el Gobierno de la
Ciudad de México, obliga a los taxistas concesionados, vehículos de carga, de
transporte, etc. a inscribir en alguna parte de la unidad el número celular o
fijo del dueño del mismo para quejas y sugerencias, los coches de escoltas,
deben portar uno, preferentemente del patrón y/o responsable de controlar a sus
“angelitos”. No hay excepción de la Ley.
En este asunto, el poder
tras el trono en el GCDMX, Héctor Serrano Cortés, Secretario de Movilidad,
tiene la obligación de someter al orden a los automóviles de los
guardaespaldas. Si al ciudadano común, lo obliga a verificar dos veces al año
su automóvil, la SEMOVI, tiene el compromiso moral de pedir a los “patrones” de
los guaruras obedecer las características sugeridas en este espacio, sobre el
coche escolta: color, cromáticas, número telefónico, código de control de la
autoridad judicial, etc.
Aun no envía MAM a la
ALDF, ni Peña Nieto a San Lázaro sus respectivas propuestas de Ley de
Guardaespaldas, entonces estamos a tiempo (28 de marzo 2016) de incluir algunas
de estas sugerencias, si en verdad quieren corregir su omisión, displicencia,
colusión o permisibilidad de las que los mexicanos somos víctimas (a veces) o
testigos de cobardes acciones de los guarros en contra de automovilistas que se
cruzan a la hora y lugar equivocado por donde transita un convoy de
acomplejados políticos, millonarios, empresarios, juniors, esposas, amantes,
etc.
No más Lord Ferrari, Raúl Libién, etc. La impunidad oficial que tienen
los guaruras debe terminar, con Ley o sin ella. Si la autoridad lo permite, las
Redes Sociales, la televisión, los periodistas, la sociedad, debemos
denunciarlo. Como es el caso.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y
Televisión (ANPERT)
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