Ricardo Monreal Ávila no es una hermana de la caridad ni dueño de la verdad. Suele pontificar desde la tribuna legislativa –igual en sus disertaciones-conferencias de prensa--y echar a andar acusaciones, la mayoría sin sustento, como ocurre con el bono que se habría entregado a los 500 diputados federales como reconocimiento a su apoyo para la aprobación de la Reforma Energética y sus leyes reglamentarias, amén de las fiscales concernientes.
Es posible que se haya otorgado –o vaya a otorgarse-- un reconocimiento a funcionarios públicos, senadores y diputados federales –incluso hasta colegas-- que apoyaron e impulsaron una reforma del tamaño como la que este lunes promulgará el presidente Enrique Peña Nieto.
Es apenas elemental que ello ocurra. Y póngale el nombre que desee. Es un asunto que ocurre en México y en toda sociedad que se precie de democrática y premie a quienes impulsan actos de ley tendentes a mejorar el status económico, político y social. Sobre todo cuando éstos se aprueban en un contexto legislativo y de abierta discusión. La democracia es así. Se gana o pierde por un voto.
Y se vale que el opositor descalifique y repruebe maniobras de negociación. El sentido de la política no implica mayorías absolutas. Disentir es elemental y de suyo implica respeto al que disiente. ¿Servirán las reformas? Ese es un asunto de praxis administrativa, de profesionales en la ejecución de las leyes y las tareas que de éstas se derivan.
Si son bonos en especie o en efectivo, ascensos o candidaturas, no es nuevo que el gobierno, del color que sea y en turno, premie a quienes lo han apoyado en el impulso de reformas como las cocinadas y concretadas en casi dos años de gobierno de Enrique Peña Nieto. ¿Protestar por no haber sido invitados al reparto, o porque es pretexto para descalificar y asumirse impolutos?
Lo procedente, en todo caso, es legislar para acotar esa práctica. Pero, mire usted, nadie en su sano juicio se hace el harakiri. Y si llega a hacérselo, siempre habrá algún artículo transitorio perdido entre el reglamento como salida airosa.
En el caso de los funcionarios públicos, es obligación trabajar y elaborar las iniciativas que su jefe pretende impulsar en el Poder Legislativo y, en éste, senadores y diputados está obligados a legislar. Unos y otros devengan jugosas remuneraciones. Pero si alguien decidió otorgarles un bono de, digamos, productividad, cómo demostrarles que es ilegal.
Por lo general nadie replica a Ricardo Monreal. Para los reporteros la nota es la nota y sin chistar aceptan los dichos del coordinador de la diputación federal de Movimiento Ciudadano. Como aquella conferencia en la que, una vez que ponderó la tarea de los reporteros, aseguró tener documentos firmados con la aprobación de la Reforma Laboral y que esto había ocurrido en la bancada del PRI en la Cámara baja.
--Gracias por tu reconocimiento a nuestra tarea. Por eso, por qué no nos das los nombres de quienes firmaron la Reforma y una copia de los documentos. Esa es la nota --, le plantee a Monreal Ávila.
--Tú no sabes de esto—respondió y concluyó la conferencia.
Lo cierto es que los bonos --estos sí reales-- de Ricardo han ido a la baja desde que decidió brincar de partido en partido y convertirse en el campeón del rechazo a todo lo que tenga características de gobierno federal o las siglas de sus contrincantes.
Pocos, muy pocos, le creen, pero nadie compra sus aventuras legislativas. Salvo los miembros de su equipo más próximo en Movimiento Ciudadano, los mismos que tienen un pie en Morena, en la Cámara de Diputados no ha habido bancada que en pleno haya apoyado una de sus iniciativas.
Por eso, el asunto de la devolución de 15 millones de pesos por supuestamente significar una especie de bono de reconocimiento a la bancada de Movimiento Ciudadano por la aprobación de la Reforma Energética, ni la fracción del PRD la apoyó.
Al contrario, el radical Alejandro Sánchez Camacho, secretario general del CEN del PRD, respondió a Monreal Ávila que los diputados perredistas no reciben moches.
Un principio básico sustentado en el sentido común descalifica la versión de Monreal. ¿Quién se imagina premiar a una bancada que ha rechazado a la Reforma Energética descalificándola con todos los adjetivos que se puedan pronunciar peyorativamente en público?
La bancada de Movimiento Ciudadano recibió 15 millones de pesos en tres partidas: siete millones en octubre de 2013; cinco millones en marzo de este año y tres millones en julio último. Pero no es bono.
Mediante comunicado, el diputado federal perredista Guillermo Sánchez Torres, presidente del Comité de Administración de la Cámara baja, negó que los 15 millones de pesos sean un bono con motivo de la discusión de la Reforma Energética y sostuvo que Ricardo Monreal conoce el origen y destino de estos recursos presupuestados para la Cámara de Diputados en 2014, cuyo único propósito –previsto en el Artículo 8 del Reglamento del Congreso-- es regular la transferencia y control de recursos financieros asignados a los grupos parlamentarios de la Cámara de Diputados.
Por si quedaba alguna duda, puntualizó: los acuerdos del Comité de Administración para aprobar las subvenciones son firmados por todo los grupos parlamentarios, incluyendo el de Movimiento Ciudadano que coordina Ricardo Monreal. ¿Quién compra la versión de la maiceada legislativa? ¿Será que está molesto porque, precisamente, no le tocó una tajada del pastel? Digo.
LUNES. Michoacán sigue en el escenario. ¿A quién interesa descarrilar las aspiraciones del senador Ascensión Orihuela Bárcenas? En el PAN, no hay prisas. Ni Luisa María de Guadalupe Cocoa Calderón Hinojosa ni Marko Cortés. Conste.
@msanchezlimon
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