lunes, 4 de agosto de 2014

¿ERES UNA MUJER INTERESANTE?

Nos vivimos reclamando la falta de personas interesantes con las que relacionarnos. Pero ¿te has detenido a reflexionar si eres una persona lo suficientemente interesante como para que alguien se quiera relacionar contigo?
Lo han dicho hasta el cansancio aquí en Marcianos. En las redes sociales pareciera haber una búsqueda desenfrenada por el destaque social. Muchas personas lo intentan todo para aparentar la imagen de alguien divertido, imprevisible y que disfruta de la vida como si no hubiera mañana. ¿Pero así de cierta es la realidad? ¿Será que somos tan imprevisibles como creemos ser? La gran verdad es que buena parte de estas personas tienen una rutina previsible y repetida, y esa repetición del comportamiento es constantemente divulgada en las redes sociales de forma inconsciente.
¿Es bueno? ¿Malo? ¿Está equivocado?
Esa no es la cuestión. Se puede tener la rutina que uno desee, basta con la fuerza de voluntad, el problema viene cuando se vuelve un círculo vicioso el quejarse por tener una vida aburrida sin nada interesante que acontezca en ella, y no se hace nada para cambiar eso. Te quejas de no encontrar a alguien que te guste para relacionarte, ¿pero realmente eres una persona interesante o sólo crees que lo eres? ¿Será que realmente despiertas el interés en las personas o sólo reclamas por los que no se interesan en ti?
Muchas mujeres se la pasan buscando tips sobre cómo convertirse en una persona más interesante para los hombres. Y mi respuesta es siempre la misma: No tienen que convertirse en una persona interesante para los hombres, simplemente tienen que convertirse en una persona interesante y punto. Escapar de la monotonía y reevaluar los hábitos.
Una de las formas de conocer gente nueva es añadiendo nuevos valores y costumbres a la vida e interesándose en cosas diferentes. Comienza por hacer conciencia de tu rutina diaria y piensa en las posibilidades que tienes de innovar, descubre cosas nuevas y lleva algo de eso a tu vida.

No hay nada mejor que volvernos observadoras de nuestro propio comportamiento, observar sin implicarnos en la realidad observada, describir la vida diaria y analizar si siempre hacemos todo igual. Tan igual que nos volvemos irremediablemente previsibles. Si resulta que sí, ¿qué tal si empezamos cambiar un poco?

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