Arturo Toscanini
dirigiendo el Metropolitan Opera de Nueva York. Foto LIFE
El famoso director
italiano (1867-1957) ha pasado a la historia por "la mala leche", el
humor sarcástico con que corregía las orquestas y el gran genio musical que
poseía. Mítico e irascible director de orquesta, tenía un oído fuera de lo
común. Enérgico, inflexible, dominante, intransigente, perfeccionista,
autocrítico, exacto y enemigo tanto de la mediocridad como de la rutina, son
adjetivos que definen la personalidad de Toscanini, el mago de la batuta. Se
cuenta que podía diferenciar el sonido producido por cualquiera de los
integrantes de una orquesta de cien músicos, o de una fila de doce contrabajos:
“¡Usted! El contrabajo número siete, escuche: es la bemol, ¿me oye? ¡La bemol!
¡No es un la natural!”.
"El Tirano
Sublime" al piano, con las máscaras mortuorias de Verdi, Wagner y
Beethoven detrás de él.
Célebre por su brillante
intensidad, su incansable perfeccionismo y una memoria fotográfica que le
permitía corregir errores de una orquesta que habían pasado desapercibido
durante décadas por sus colegas. Dirigía de memoria. Respetaba rigurosamente
las partituras. Músicos y cantantes lo temían. Le acusaron de ser casi un
analfabeto musical. Pero su autocrítica era aún más feroz que la de sus
detractores.
"Siempre es mi culpa.
Si alguien cree que Mozart, Beethoven, Wagner o Verdi se equivocan, es un
idiota".
Considerado por muchos de
sus contemporáneos (críticos, colegas y público en general) como el más grande
director de orquesta del siglo XX. No faltaron críticos también, que le
tildaron de riguroso y literal. Las pocas y malas grabaciones de video que han
llegado hasta nosotros nos dan precisamente una idea diferente: Toscanini
respeta la partitura y es efectivamente riguroso en cuanto al tempo y la
marcación; pero la música que emerge de su interpretación tiene un poder
devastador; es a la vez poderosa y solemne.
Basta escuchar su versión
de la obertura de La forza del destino, una de las piezas líricas de mayor
dramatismo en la historia de la ópera, para comprender que el drama que prologa
adquiere su expresión, dolorosamente patética, a partir de dicha obertura:
“Cuando Toscanini se enfadaba, lo hacía en
serio: Una vez el italiano aplastó con su pie un reloj de bolsillo. Otra vez,
pateó el atril. Y la batuta destrozada se convirtió casi en su seña de
identidad”.
Se dice que memorizó unas
160 óperas, sin contar la inmensa cantidad de obras sinfónicas o
sinfónico-corales que llegó a ejecutar en las mismas condiciones. Disfruta viéndole
dirigir una de las composiciones más populares y conocidas de la música clásica
La sinfonia nº 5 de Beethoven:
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