Cuando el priista Raúl Cervantes, presidente de la mesa directiva senatorial, determinó levantar la sesión y cerrar el periodo extraordinario sin esperar a la minuta de reformas al artículo 87 de la Ley General de Partidos Políticos, aprobada por mayoría de 335 votos en la Cámara de Diputados, evidenció el tamaño de la presión del PAN y sus ganas de joder al vecino.
Aunque en honor a la verdad y realidad legislativa, éste fue el capítulo de Acción Nacional; en breve tocará al PRD doblar a los negociadores del PRI en el tema energético. Cada quien con su cada cual, cada cual con sus condiciones. Así es la democracia azteca, diríase en justificación de una necesaria negociación “por el bien de la patria”. ¡Ajá!
Pues bien, este jueves de Corpus el PAN en la Cámara de Diputados se opuso radicalmente a apoyar la enmienda a los numerales 11, 12, 13 y 14 de la referida Ley de Partidos Políticos, que implica concluir con la contradicción que existe de ésta con la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales, en materia de coaliciones partidistas, figura jurídicamente conocida como antinomia.
El objetivo del PAN, mediante esa negativa de apoyar a la reforma cuya minuta ya no procesará el Senado y tendrá que ser llevada, mediante el recurso de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es desaparecer a los partidos políticos pequeños, eufemísticamente llamados emergentes y hasta rémoras para no calificarlos sanguijuelas del erario público.
Por supuesto, en la discusión en el pleno del Palacio Legislativo de San Lázaro, diputadas y diputados del Partido del Trabajo, de Movimiento Ciudadano, del Partido Nueva Alianza y del Partido Verde Ecologista de México respaldados por sus contrapartes del PRI y del PRD, esgrimieron argumentos varios en defensa de la legalidad de los partidos pequeños y su necesaria existencia para la democracia mexicana.
Empero, las ganas de joder al vecino, no son únicamente del PAN. En el PRD se han planteado similares actitudes del “todo o nada”. El Partido Acción Nacional, ha tomado el tema de la reforma política como elemento para chantajear al PRI en el Congreso de la Unión, que debe operar en las negociaciones con un objetivo toral: las reformas estructurales son prioridad del presidente Enrique Peña Nieto y deben estar completas antes del 1 de septiembre, cuando el mandatario rinda su segundo informe de gobierno.
Así que no sorprende, por más que Silvano Aureoles Conejo, coordinador del ala mayoritaria del PRD en la Cámara baja, haya tenido una reacción de tragicomedia cuando le informaron que en el Senado ya habían clausurado el periodo extraordinaria de sesiones sin esperar a la minuta de la reforma que pone orden en materia de coaliciones y, sin duda alguna, posibilita la existencia de los partidos pequeños, conocidos igualmente como “chiquillería”.
“¡Qué cosa más horrenda! Esa es una falta absoluta de respeto, que aún sin desahogar temas pendientes hayan levantado la sesión. Pero, bueno, esto lo va a juzgar la historia, pero sí es una barbaridad”, exclamó Silvano, como si no hubiese estado enterado de la mecánica que se seguiría para complacer al PAN, por lo menos temporalmente, hasta en tanto no haya fallo de la Suprema Corte de Justicia respecto de la inconstitucionalidad de la Ley General de Partidos Políticos y la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales.
Levantarse de la mesa de negociaciones, descalificar y agotar la paciencia del electorado y joder al vecino, ha sido la recurrente postura del PAN y del PRD en el Congreso de la Unión cuando se trata de lograr consensos en la discusión de reformas torales en, por ejemplo, el espectro político partidista.
¿De veras alguien cree que por esas posturas de corte demócrata el electorado se volcará en las urnas a favor de las y los candidatos panistas y perredistas en los comicios de 2015?
Lo ocurrido en San Lázaro y en el Senado son movimientos que, paráfrasis del Chapulín Colorado, estaban fríamente calculados, sin que esto desmerezca a la formalidad legislativa. ¡Faltaba más!
Los coordinadores de las bancadas albiazul y perredista en el Senado y en la Cámara de Diputados apresuran explicaciones en la pretensión de justificar lo injustificable porque carece de sustento, porque simplemente la postura del NO, obedece a cuestiones electoreras y de recomposición doméstica de las corrientes que, en ambos partidos de oposición, buscan el control y, remedo de lo actitud legislativa, igual no se ponen de acuerdo y se sujetan a condicionamientos de preeminencia.
Dice Silvano que el PAN ya le tomó la medida al PRI y al gobierno. Pero, bueno, entonces en esa consideración del michoacano, “(…) este país, a estas alturas de las circunstancias, no debe moverse sobre la lógica del chantaje y se me hace muy chiquito que el Gobierno y el PRI cedan a la presión del PAN”. ¿Y del PRD?, digo.
VIERNES. Los contrastes. A Manlio Fabio Beltrones preguntó un reportero: ¿Molesta que el Senado haya dado portazo con este cierre intempestivo del periodo extraordinario, no? “Solamente me sorprende”, respondió el coordinador de la diputación federal del PRI. Conste.
@msanchezlimon
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