EL GRITO, EL CLAMOR, LA
EXIGENCIA, es unánime: “entreguen por favor el fertilizante”. Y lo mismo lo
dice el gobernador del estado que los presidentes municipales y los diputados
locales, y claro, los campesinos, que son los más afectados por el retraso en
la entrega del insumo, pues bien saben que si la milpa no se abona a tiempo,
después, por más que le pongan el químico, simplemente no le sirve, y en
consecuencia, no se producirá maíz.
Y es que, como ya lo hemos
dicho, si no se cosecha maíz, porque el fertilizante no se entregó tiempo, como
está ocurriendo, ¿qué va a ser de los guerrerenses? ¿Qué van a comer las
familias, principalmente la de los pueblos, si no tienen maíz?
Por eso es el grito, el
clamor, y la exigencia del gobierno del estado, de los alcaldes, de los
diputados locales —los de oposición, no los de Morena—, y por supuesto, el
grito, clamor y exigencia de los campesinos, para que el presidente Andrés
Manuel López Obrador, o el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, o el
coordinador nacional del programa de fertilizante, o el delegado federal en el
estado, entreguen el fertilizante a los campesinos.
No. No hay tiempo como lo
señala el titular de la Sader, como lo dice también el coordinador del programa
del fertilizante, y como también lo repite el delegado en Guerrero. El
fertilizante se requiere ahorita, ya, y no dentro de un mes.
¿Qué ocurrirá si en
Guerrero no se cosecha maíz? La respuesta es sencilla y salta a la vista. Habrá
hambre, y lo que es peor, entre los más pobres, los que en su momento votaron
por Andrés Manuel López Obrador.
Y si hay hambre, porque
los campesinos no cosecharon nada, ¿qué sigue?
La respuesta es también
obvia, aunque eso parece no importarle al propio presidente de la República,
quien sigue afirmando que el programa del fertilizante avanza, acaso porque así
lo cree, o porque el secretario de Agricultura, el propio coordinador del
programa, y el delegado federal, Amílcar Sandoval Ballesteros, lo engañan y le
mienten.
Y mientras eso ocurre,
campesinos de todo el estado se aprestan a tomar carreteras y oficinas del
gobierno federal, en exigencia de que se les entregue el fertilizante. Y es que
ya estamos a casi medio mes de junio, y el insumo nada más no les llega.
Es obvio que ni el propio
presidente de la República sabe lo que es vivir en el campo, de preparar y
sembrar la tierra, para de ahí cosechar maíz y comer tortillas todo el año. Y
es obvio también que tampoco lo sabe el titular de la Sader, Víctor Villalobos,
al igual que el coordinador nacional del programa, un tal Jorge Gage Francois,
como tampoco el delegado estatal, Pablo Amílcar.
No. No saben lo que es
vivir en el campo, y lo que se requiere para sembrar y hacer parir las tierras.
Quizá ni siquiera tienen tierra en las uñas, y por eso les importa nada no
entregar a tiempo el fertilizante que requieren los campesinos.
Por eso, ciertamente, es
más que puntual la exigencia: “entreguen el fertilizante, no sean ojetes”.
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julio651220@hotmail.com
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