(tradición que imperó en los aztecas,
mayas, purépechas, nahuas…), constituye un hecho resultado del sincretismo o
conciliación que se da entre las creencias emanadas de nuestras raíces
ancestrales y la religión impuesta por la evangelización española a partir de
la caída de Tenochtitlan. Es una fiesta del pueblo mexicano. Es un bullicio similar al que acontece en otros lugares del orbe. Es un
ritual pagano religioso en el que impera la alegría entreverada con la
solemnidad conjuntada en altares y ofrendas
a los difuntos impregnados de simbolismos: Tierra, cuerpo; Agua, sangre; Aire, aliento; Fuego,
espíritu en alusión o vinculados a quienes han fallecido. Es un ritual
impregnado de convicción, religiosidad y añoranza entrelazadas al enigma que de
sí inspira La Muerte y “el más allá” desconocidos.
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