Hijo
y nieto de verdugos, Antoine Deblier, a quien se le conocía con el sobrenombre
de 'El Señor de París' (Monsieur Paris), dejó caer la cuchilla de la guillotina
395 veces desde 1890 hasta su muerte, el 2 de febrero de 1939.
Deblier
anotó, a lápiz o con tinta, cuidadosamente y de forma cronológica, los detalles
de las ejecuciones: lugar, fecha, hora, el nombre del condenado, los motivos de
su ejecución, sus últimas palabras y, a veces, las condiciones meteorológicas
al momento de la ejecución.
Monsieur
Paris rellenó de tal forma unas 2 mil páginas durante el medio siglo en el que
ejerció su trabajo como aplicado funcionario de la Administración Pública.
(Sacados
a subasta por su propietario, los cuadernos del verdugo se valoraron entre 10
mil y 15 mil euros).
Antoine
Deblier como verdugo oficial sucedió a su padre en 1890. Fue así, además de
peón del sistema judicial, prisionero de la tradición familiar, ya que sus
antepasados comenzaron a ejercer dicha profesión en Würtemberg, Alemania, a
finales del siglo XVIII, de donde se desplazaron a Francia, al inventarse la
guillotina, según el experto Alain Nicolas de la librería parisina Neuf Muses.
En
los cuadernos del verdugo Deblier no hay ningún espacio para las emociones; se
concentra en los aspectos técnicos, como por ejemplo, comenta con enfado una
orden del ministerio de Justicia que le encarga a Monsieur Paris que
"mantenga, guarde y conserve en buenas condiciones las maderas e
instrumentos de justicia; que los transporte, instale y desplace con todo
cuidado; y suministre los caballos y coches necesarios para el traslado de los
condenados".
Su
asistente, Jules-Henri Desfourneaux, le sucedió tras su muerte; luego ocupó el
puesto su sobrino André Aubrecht (1951-1976); y finalmente, Marcel Chevalier
que de golpe engrosó las filas del desempleo en 1981, al abolirse la pena de
muerte en Francia. "Fue como si la guillotina -comentó- hubiese caído
sobre mi cuello".
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