domingo, 18 de noviembre de 2012

Entresemana Izquierda, regeneración o fundamentalismo Por Moisés Sánchez Limón

Moisés Sánchez Limón
Andrés Manuel López Obrador suele incurrir en actos de premeditado conocimiento público, es decir, su proceder se encuadra en la vieja praxis de engañar con la verdad. Por ello, puede darse como un hecho que no se alzará como dirigente máximo del Partido de Regeneración Nacional (PRN).
Y es que, aun cuando es procedimiento cosmético no buscar la dirigencia nacional del PRN, López Obrador se entronizará como máximo líder del partido político en el que se convertirá el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

La ruta en pos del registro ante el Instituto Federal Electoral comenzará de inmediato, a partir de este martes 20 de noviembre cuando, como se prevé sin duda alguna, los delegados asistentes al Congreso Nacional de Morena determinarán convertir al movimiento en partido político. La convocatoria para tal decisión, también fue cosmética.

Y es que, ¿habrá alguien que, militante o simpatizante de Morena se niegue a erigir al movimiento en partido político y que Andrés Manuel sea el líder máximo, no necesariamente el secretario general o presidente del Comité Ejecutivo Nacional o como se le quiera llamar?

Sin duda, el futuro de Morena va más allá de la pretensión primaria de incorporarse al sistema de partidos que rige a la democracia mexicana. El objetivo es elemental, una perogrullada más de esas que suele atizar López Obrador, quien indudablemente buscará por tercera ocasión ganar la elección presidencial, nominado por un partido sin gozne alguno que le dispute la nominación en 2018.

Empero, en la idea del partido impoluto, vacunado contra tribus, corrientes domésticas, compadrazgos, amiguismos, corruptelas y vicios como los que al PRD dieron la calidad de partido del todo o nada, radical y violento, López Obrador borda en la aventura de lo imposible, porque justamente quienes lo rodean e impulsan a Morena, son producto de todos esos vicios.

¿Partido de izquierda con dirigentes que viven como capos de primer mundo? ¿Un partido donde no tengan cabida los compadrazgos y amiguismos? Como se sabe, en las dirigencias estatales o delegados de Morena de las principales entidades del país, hay amigos, familiares y personajes de sobrada proximidad con el tabasqueño.
Por supuesto, se dirá que un partido político se construye 
con quienes simpatizan en la cercanía del convocante, del líder. Sí, pero precisamente bajo esa premisa permisible en estos menesteres de la política, es donde la vieja práctica de engañar con la verdad evidencia a Andrés Manuel López Obrador en la fantasía del partido prístino, vacunado contra todos los males que aquejan a los partidos políticos en cualquier parte del mundo.

Pero, vayamos más allá. Partamos de que a Morena se le concede el registro como partido político (condicionado por cierto) para participar en los comicios intermedios de 2015 y luego los federales (presidenciales) de 2018. ¿Lo hará como un partido de izquierda? ¿Regeneración implica por antonomasia anarquismo floresmagonista? ¿O sencillamente se mantendrá en esa postura fundamentalista del todo o nada, la de la verdad soy yo?

Los 300 integrantes del Consejo Nacional de Morena elegirán entre lunes y martes de esta semana a su dirigencia nacional, es decir, al presidente y al secretario general del Partido de Regeneración Nacional. Quienes ocupen esas carteras, es lo de menos, incluso si lo es López Obrador, porque finalmente él es el partido. De eso no hay duda.

La duda es la ruta que tomará el nuevo partido; más tratándose de un instituto político que, con recursos públicos, estará en condiciones de ser gobierno en algunas entidades y hasta bancada en la LXIII Legislatura federal en la Cámara de Diputados. De los fundamentalismos, la humanidad está aterrada; de la izquierda intolerante, hay hastío. Y de la regeneración se esperaría eso: una regeneración del sistema político, no el anarquismo que tiene tufo a caos político y social. Digo.

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