Ser ignorante no es ninguna vergüenza para los
funcionarios públicos de la actual administración; menos aún puede causarles
problema alguno ser incultos. No tienen problema por eso, aunque debiera darles
tal vez un poco de pena.
Lo
cierto es que el desprecio por la cultura de algún funcionario público es un
problema personal, aunque debiera ser un trauma gremial; sin embargo, cuando
ese tipo de tendencias hacia el pragmatismo del analfabetismo afecta el
desarrollo normal de la educación y la cultura, en o primero en que puede
pensarse es en la quema de libros delos nazis, en la suspensión de las
actividades culturales por parte de Rafael Videla durante la dictadura militar
en Argentina o la confiscación de todo lo que para la escasa cultura o nula de
los generales pinochetistas hacían de libros, películas, pinturas, obras de
teatro, etc.
Ahora
en México, este desprecio por la cultura vuelva a convertirse en un atentado
contra la creatividad de los mexicanos, quienes tienen una gran creatividad que
impulsada con inteligencia hasta podría traer divisas al país, pero cómo hacer
ver el color de la cultura a un ciego que nunca ha querido ver.
La
política mexicana se aproxima de manera constante y rápida las características
de una dictadura militar. Las calles de las ciudades más importantes del país
están militarizadas, lo mismo sucede con las carreteras, las restricciones a la
libertad de expresión son cada día más evidentes, una economía de guerra, y la
aplicación de la justicia se lleva a cabo de manera selectiva para encarcelar a
los enemigos del sistema y no a los delincuentes.
El
anuncio de la Secretaría de la Cultura no es un proyecto que nazca ara
desarrollar la cultura sino para recortar el presupuesto para este rubro.
Así,
se propone un recorte de 3 mil 103 millones para el gasto cultural, así como en
antropología, cine, televisión, teatro y librerías.
La
iniciativa presidencial para crear la secretaría de cultura considera que todas
las funciones del Conaculta sean asumidas por la nueva dependencia, pero, de
aprobarse tal cual la propone el Ejecutivo, iniciaría funciones el próximo año
con mil 949 millones de pesos menos que lo aprobado por los legisladores para
2015.
En
su proyecto de presupuesto para este año, Peña Nieto propuso un gasto al
Conaculta de 5 mil 181 millones de pesos, pero con las reasignaciones aprobadas
por los diputados su presupuesto se elevó a 7 mil 292 millones. Para 2016, el
proyecto considera 5 mil 343 millones de pesos, que si bien son 162 millones
más respecto de la propuesta de este año, es inferior a lo autorizado por la
cámara.
El
INAH sufre un recorte de 184 millones 939 mil 845 pesos respecto del
presupuesto de 2015; al INBA se propone un aumento de 24 millones 504 mil 205;
al Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana se le
reducirían 4 millones 583 mil 122, y al Instituto Nacional de Derechos de
Autor, un millón 664 mil 972.
También
se prevé un recorte al Centro de Capacitación Cinematográfica de 7 millones 374
mil 52 pesos; de 333 millones 162 mil a la Comisión Nacional de Libros de Texto
Gratuitos; al Consejo Nacional de Fomento Educativo, 729; al Fondo de Cultura
Económica, 56 millones 571 mil 729; al Instituto Mexicano de Cinematografía, 7
millones 259 mil 663; al Canal 22, que pasa por un conflicto por el despido de
periodistas y acusaciones de censura en sus contenidos, un recorte de 9
millones 308 mil 41.
Desde
luego que la propaganda oficial asegura que se crea la Secretaría de Cultura
para darle mayor auge a esta actividad, pero en términos reales de presupuesto
lo que sucede es que se le quita dinero para que haya más efectivo para los
caprichos de una clase política que, como sucede en las dictaduras militares,
quiere todo el oropel y las comodidades económicas para todas las generaciones
que les sucederán.
Ya
en 2014, Peña Nieto propuesto un recorte en el presupuesto para el sector de la
cultura de casi 4 mil millones de pesos para 2014.
Esto
afectaría al principalmente al Instituto Nacional de Bellas Artes, a la
producción cinematográfica, las ciudades patrimonio de la humanidad, así como
las librerías de Educal y al Centro Cultural y Turístico de Tijuana.
Sin
embargo, aumentan presupuestos para fingir combatir el fantasma de la
inseguridad que es sólo un pretexto para hacer negocios particulares con los
equipos, técnicas, asesorías y armas que se adquieren, así como un efecto
mediático de manipulación que no esconde las oportunidades que desde el poder
se otorga al crimen organizado.
Ante
esta tragedia nacional, el castigo a la cultura, a los creadores, a la
inteligencia e imaginación de los mexicanos se asemeja al fusilamiento de la
creatividad, que es un activo que podría sacar al país no sólo de la ignorancia
sino de la pobreza.
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