lunes, 14 de septiembre de 2015

POSTIGO/Más castigo a la cultura JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ.

Ser ignorante no es ninguna vergüenza para los funcionarios públicos de la actual administración; menos aún puede causarles problema alguno ser incultos. No tienen problema por eso, aunque debiera darles tal vez un poco de pena.
Lo cierto es que el desprecio por la cultura de algún funcionario público es un problema personal, aunque debiera ser un trauma gremial; sin embargo, cuando ese tipo de tendencias hacia el pragmatismo del analfabetismo afecta el desarrollo normal de la educación y la cultura, en o primero en que puede pensarse es en la quema de libros delos nazis, en la suspensión de las actividades culturales por parte de Rafael Videla durante la dictadura militar en Argentina o la confiscación de todo lo que para la escasa cultura o nula de los generales pinochetistas hacían de libros, películas, pinturas, obras de teatro, etc.
Ahora en México, este desprecio por la cultura vuelva a convertirse en un atentado contra la creatividad de los mexicanos, quienes tienen una gran creatividad que impulsada con inteligencia hasta podría traer divisas al país, pero cómo hacer ver el color de la cultura a un ciego que nunca ha querido ver.
La política mexicana se aproxima de manera constante y rápida las características de una dictadura militar. Las calles de las ciudades más importantes del país están militarizadas, lo mismo sucede con las carreteras, las restricciones a la libertad de expresión son cada día más evidentes, una economía de guerra, y la aplicación de la justicia se lleva a cabo de manera selectiva para encarcelar a los enemigos del sistema y no a los delincuentes.
El anuncio de la Secretaría de la Cultura no es un proyecto que nazca ara desarrollar la cultura sino para recortar el presupuesto para este rubro.
Así, se propone un recorte de 3 mil 103 millones para el gasto cultural, así como en antropología, cine, televisión, teatro y librerías.
La iniciativa presidencial para crear la secretaría de cultura considera que todas las funciones del Conaculta sean asumidas por la nueva dependencia, pero, de aprobarse tal cual la propone el Ejecutivo, iniciaría funciones el próximo año con mil 949 millones de pesos menos que lo aprobado por los legisladores para 2015.
En su proyecto de presupuesto para este año, Peña Nieto propuso un gasto al Conaculta de 5 mil 181 millones de pesos, pero con las reasignaciones aprobadas por los diputados su presupuesto se elevó a 7 mil 292 millones. Para 2016, el proyecto considera 5 mil 343 millones de pesos, que si bien son 162 millones más respecto de la propuesta de este año, es inferior a lo autorizado por la cámara.
El INAH sufre un recorte de 184 millones 939 mil 845 pesos respecto del presupuesto de 2015; al INBA se propone un aumento de 24 millones 504 mil 205; al Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana se le reducirían 4 millones 583 mil 122, y al Instituto Nacional de Derechos de Autor, un millón 664 mil 972.
También se prevé un recorte al Centro de Capacitación Cinematográfica de 7 millones 374 mil 52 pesos; de 333 millones 162 mil a la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos; al Consejo Nacional de Fomento Educativo, 729; al Fondo de Cultura Económica, 56 millones 571 mil 729; al Instituto Mexicano de Cinematografía, 7 millones 259 mil 663; al Canal 22, que pasa por un conflicto por el despido de periodistas y acusaciones de censura en sus contenidos, un recorte de 9 millones 308 mil 41.
Desde luego que la propaganda oficial asegura que se crea la Secretaría de Cultura para darle mayor auge a esta actividad, pero en términos reales de presupuesto lo que sucede es que se le quita dinero para que haya más efectivo para los caprichos de una clase política que, como sucede en las dictaduras militares, quiere todo el oropel y las comodidades económicas para todas las generaciones que les sucederán.
Ya en 2014, Peña Nieto propuesto un recorte en el presupuesto para el sector de la cultura de casi 4 mil millones de pesos para 2014.
Esto afectaría al principalmente al Instituto Nacional de Bellas Artes, a la producción cinematográfica, las ciudades patrimonio de la humanidad, así como las librerías de Educal y al Centro Cultural y Turístico de Tijuana.
Sin embargo, aumentan presupuestos para fingir combatir el fantasma de la inseguridad que es sólo un pretexto para hacer negocios particulares con los equipos, técnicas, asesorías y armas que se adquieren, así como un efecto mediático de manipulación que no esconde las oportunidades que desde el poder se otorga al crimen organizado.

Ante esta tragedia nacional, el castigo a la cultura, a los creadores, a la inteligencia e imaginación de los mexicanos se asemeja al fusilamiento de la creatividad, que es un activo que podría sacar al país no sólo de la ignorancia sino de la pobreza.

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