ISAIAS ALANIS TRUJILLO |
Incapaz de estar
informado de lo que acontece con el caos creado en Chilpancingo por el paro de
los burócratas del estado de Guerrero, en pleno proceso de transición
gubernamental; debido a una operación en el ojo derecho que me impide acercarme
a mi ordenador por prescripción médica, dictó estas no tan aladas palabras relacionadas
con la producción literaria de mi amigo, José Francisco García que cosa curiosa
para cuando salga esta Mirada, estará cumpliendo años.
Antes de entrar a
detalle en el libro de José Francisco, se me antoja hacer una ojeada, no a
vuela ojo, porque no veo con claridad, pero si lo más sintéticamente imposible.
De Altamirano a la
fecha, un autor nacional que describe a la provincia mexicana desde el ojo del
naturalismo muy en boga, es podríamos decir, el principio de la prosa suriana.
Altamirano es oriundo de Tixtla aunque se instruyó en el Estado de México, la
capital y en otros países.
A él le siguen dos de los
más representantes escritores de Guerrero; José Agustín y Luis Zapata. Dos
narradores que desde diversas miradas y estilos entran de lleno en el ámbito de
la literatura nacional y su obra es lectura obligada.
Entre los autores, -de en medio- cabe destacar a Julian Hebert, Roberto Ramírez Bravo, Noé Blancas, Iris García y Paul Medrano. Hebert es el que los aventaja en oficio. Su prosa es intensa aunque a veces se cae al final de sus trabajos esa intensidad cegadora. En los relatos de Ramírez Bravo, todavía campea la guerrilla, el medio rural como escenario. Iris García y Paul Medrano han incursionado en la narco novela con relativo éxito y van jalando pa’delante.
En los últimos meses,
he leído y editado tres mil cuartillas de crónicas, cuentos, relatos, “poesía”,
textos históricos y de humor blanco para publicar esos trabajos que quizá nunca
salgan a la luz pública. En todos ellos predomina el terruño. Ese amor-odio a
la barranca, cueva, pueblo, ranchería, puerto, barra, costa pico de montaña que
los vio nacer. El Guerrerense tiene dos obsesiones, el apego a la tierra y
salir sin salir de ella. En los años que he trabajado como editor en Guerrero,
conozco el trabajo de muchos autores que van jalando, como Jesús Bartolo en
poesía. Y un titipuchal que mejor no los nombro porque es cuento de nunca
acabar.
En esas tres mil
cuartilla a las que hice mención, esta el sello exacto de hombres y mujeres
apegados a la tierra, a su tierra: su escritura intensa y rural. ¿La podríamos
llamar literatura popular?
Es un concepto que
despertará muchas ámpulas, sin embargo, entre todas y todos los “escritores”
que conozco, doña Cuca Massieu, que parió una tragedia en algunos de sus hijos,
es la escritora que mayor se acerca a lo que podríamos llamar una literatura
popular clásica. María del Refugio Helguera (1917-2003), escribió
entre otros libros; Guerrerismos; Costa bronca; La mujer que
no aprendió a vivir, entre otros. Y dos de sus novelas fueron llevadas al
cine; Monte de piedad; y, Legítima
defensa. De hecho Cuquita, como se
le conocía en el puerto, planchó una tragedia mexicana familiar mientras
impulsaba colegios y escribía sus libros. Es una narradora nata. Pulcra en la
prosa y el uso del habla popular. Cuquita, a diferencia de muchas y muchos le
otorga una espiración vital al habla regional de Guerrero. La detalla, busca el
hueco y la flor en el habla. No se deja llevar por la simpleza de la locución;
la vierte, la subvierte y la proclama con un sello distintivo que hay que leer
con atención. Sus cuentos son simples, evocadores y denuncian la realidad
social de Guerrero sin el abuso de las onomatopeyas diletantes y
revolucionarias de algunos autores. Ella escribe como vive y vive lo que
escribe.
Haberme detenido en doña Cuca Massieu es para
entrar en materia en el libro “Relatos de luz y sombras” de mi amigo José
Francisco. Hace muchos años en la ciudad de México, hablé con algunos
impulsores de la revista Tierra Adentro, excelente medio de
territorialidad y transversalidad de la literatura para promover a los jóvenes
de México, y aún antes de que saliera la colección de narrativa, poesía, cuento
y demás, reflexionando les dije que esa extensión de Tierra Adentro,
sólo serviría para la gestación de poetas municipalistas; eternos
becarios que terminarían de funcionarios o que desde el cargo de funcionario de
cultura habrían de favorecerse ellos mismos, a sus consortes, amantes y cuates.
Y que beca no da talento. Y que los verdaderos poetas no iban a salir de esa
cantera nacional pagada con nuestros impuestos. Todos irónicos y preocupados se
rieron de mi. Hoy el tiempo no se si me ha dado la razón.
Pero el caso de José Francisco, nacido en el
corazón de la Tierra Caliente devastada por la tragedia y el narcotráfico, es
otro; nunca ha sido becario, tampoco ha participado en talleres de creación. Es
un economista y ex militante del sol azteca que se enfrentó a la mafia en el
poder del PRD y levantó la voz contra Zeferino Torreblanca cuando todas y todos
los perredensos se hincaron ante el representante de la derecha y del “costera
power”. García Gonzáles, cabalgando en su utopía ha permanecido al margen de
sus amigos que pese a la desventura del PRD, todavía intentan sacarlo del hoyo
de donde nadie lo va a sacar, y mucho menos si son los mismos los que tratan de
impulsar la propuesta de sentar a un académico que la neta, de las corrientes y
como se las gasta la “militancia” y los cabecillas de grupos que esquilman al
PRD en este país, sabe lo que yo de astro física. ¿En plena debacle, cómo es
posible que Sebastián de la Rosa, sea diputado y coordinador de la fracción
parlamentaria en el congreso de Guerrero? ¡Eso es no tener vergüenza¡
Con este antecedente de su vida, García Gonzales es
un solitario en medio de su soledad. Un
hombre que aparenta rudeza, pero que es capaz de llorar y enterrar a sus perros
y gatos a los que recoge de las calles y cuida y cura. Un hombre de una
sensibilidad escondida en su rebeldía existencial que narra desde que fue
estudiante y marchas, mítines y desvelos y mentadas al gobierno fueron su
alimento.
Sus relatos tienen esa cualidad. Son como son. Escribe
lo que siente y como lo siente lo escribe. A veces carecen de estructura, pero
en ocasiones están llenos de párrafos y metáforas que ya las quisiera un
escritor reconocido de Guerrero. Él no busca, encuentra la palabra clave justa
o bien se pierde en una ramificación de elementos narrativos que ausentan al
lector del texto. Es lúdico y naturalista. Usa y abusa del habla popular, no
porque así lo quiera en cada relato, sino porque es su habla, es su
universo. A diferencia de Cuquita, José
Francisco así habla. Cuquita con el habla construía su escritura. Dos espejos
convexos de una misma marea.
Relatos de Luz y sombras es un libro que leí al inicio de su edición accidentada y descuidada. Los márgenes interiores y exteriores no coinciden y las páginas están disparejas. Lástima porque con esa prosa bronca como el surco y la guadaña para jimar el agave, se pudo haber hecho un mejor trabajo editorial y dejar muy en claro, que en Guerrero, la prosa basada en el habla coloquial regional tiene para rato y que José Francisco es un hombre que sin falsas poses, con su trabajo, podría alcanzar un oficio de narrador nato muy lejano de los poetas municipalistas de presunción y gola. Ojo, no de cuentero, sino de un narrador que templado en la Tierra Caliente relate las vivencias y la vida de los hombres y mujeres que pese al desarrollo de México, viven como hace cincuenta años, en el abandono sin luz y en las sombras.
Relatos de Luz y sombras es un libro que leí al inicio de su edición accidentada y descuidada. Los márgenes interiores y exteriores no coinciden y las páginas están disparejas. Lástima porque con esa prosa bronca como el surco y la guadaña para jimar el agave, se pudo haber hecho un mejor trabajo editorial y dejar muy en claro, que en Guerrero, la prosa basada en el habla coloquial regional tiene para rato y que José Francisco es un hombre que sin falsas poses, con su trabajo, podría alcanzar un oficio de narrador nato muy lejano de los poetas municipalistas de presunción y gola. Ojo, no de cuentero, sino de un narrador que templado en la Tierra Caliente relate las vivencias y la vida de los hombres y mujeres que pese al desarrollo de México, viven como hace cincuenta años, en el abandono sin luz y en las sombras.
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