¿Cuál es la mejor manera de rendir culto al pecho
perfecto? A lo largo de la historia, los hombres han soñado con beber a sorbos
un buen vino en réplicas de los pechos de sus amantes, talladas en cristal
centelleante.
En la antigüedad, en un
templo de la isla de Rodas podía contemplarse una copa que había sido fabricada
conforme al modelo de los pechos de Elena de Troya por su amado Paris. En la
Edad Media, Enrique II, rey de Francia y perdidamente enamorado, ordenó que sus
copas de vino tuvieran la forma de los pechos “como manzanas” de Diana de
Poitiers. Por último, a finales del siglo XVIII surgió la leyenda de que los
pechos de la reina María Antonieta habían servido de modelo para las copas de
champán anchas y de poca profundidad que seguimos usando a menudo hoy en día
(aunque la moda actual se decanta más por las copas altas, delgadas y
decididamente, a Dios gracias, nada parecidas a pechos).
No existen pruebas de
ninguna clase en el caso de María Antonieta, si bien es cierto que la reina era
una apasionada del champán. Aunque solo fuera por eso, su opulenta figura,
admirada por su suegro, el rijoso rey Luis XV, y por otros, habría servido para
crear copas de un volumen superior al de las someras coupes. Pero la conexión
pecho real-cristalería pudo comenzar con otra historia, un poco más verosímil:
es indudable que María Antonieta poseía un juego de tazones modelados en forma
de pechos, creados para ella por la fábrica de porcelana francesa de Sèvres, y
la tradición sostiene que los pechos que sirvieron de modelo fueron los suyos.
Conocidos con el nombre de jattes tétons, esas cremosas calabazas blancas se
apoyan en un trípode decorado con cabezas de cabras talladas.
Los
Jattes Tètons de Maria Antonieta
María Antonieta era
adepta al movimiento de “vuelta a la naturaleza” que recuperó en Francia la
costumbre de la lactancia materna, y había encargado las tazas para utilizarlas
en su lechería de cuento de hadas de Rambouillet, un eco de su granja de
fantasía en Versalles, donde la reina gustaba de ir vestida como una pastora y
juguetear con sus hijos y damas de honor. La vajilla, vergonzosamente cara, se
prestó durante el convulso 1788, un año antes de que estallase la revolución.
Si el relato es
verdadero, el molde del pecho de la reina se habría hecho probablemente en cera
bajo el control de un tal Jean-Jacques Lagrenée, codirector artístico de la
fábrica. Los cuatro tazones originales se conservan en el Museo Nacional de
Cerámica de Sèvres, en París, y la compañía de porcelana sigue fabricando
reproducciones para entendidos.
3. Nuevas aspirantes:
Los pechos más
recientes que supuestamente sirvieron de inspiración para fabricar copas de
champán pertenecían a la modelo y fotógrafa estadounidense Lee Miller.
Pecho
y cintura de Lee Miller retratados por Man Ray
Mientras se abría
camino en el París de la década de 1930 como amante del artista surreailsta Man
Ray, era opinión muy extendida que Miller poseía los pechos más hermosos de la
ciudad, y así, según se dice, inspiró a una empresa de vidrio francesa para
fabricar una nueva copa utilizando su forma como modelo. La preciosa figura de
Miller apareció en muchas imágenes de Man Ray, pero quedó discretamente oculta
cuando en 1945, siendo fotógrafa de guerra, posó desnuda en la bañera de Hitler
en el Múnich liberado.
Fuentes:
2500 años de historia
al desnudo, de Tony Perrottet (mr)
Historia del pecho, de
Marilyn Yalom (Tusquets Editores 1997)
Marie-Antoinette`Dairy
at Rambouillet, de Caroline C.Yung (Antiques Magazine)
Maria Antonieta. La
última reina. De Antonia Fraser (Edhasa 2006)
.
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