EFRAIN FLORES IGLESIAS. |
No cabe duda que Andrés Manuel López Obrador, dueño
absoluto de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), está desesperado. Su bandera de la honestidad se le ha caído. Y
todo por confiar en personas que recaudan dinero en su nombre.
No
aprendió la lección con René Bejarano, quien en 2004 fue
videograbado por el empresario argentino Carlos
Ahumada de recibir más de 5 millones de pesos, y que fue ventilado en el
programa informativo “El Mañanero” de Televisa.
“Habíamos quedado que
entre seis y ocho (millones de pesos)”, se escucha decir a Bejarano en tono de
queja. A lo que el empresario le responde: “Ajá, ahorita por ejemplo me
faltarían… porque aquí ya están contados los doscientos cincuenta de ahorita o
sea, para seis me faltaría un millón de pesos. Sí, el millón sí.
Desde entonces Bejarano
fue motejado como “El Señor de las Ligas”, ya que utilizó ese material para sujetar
los billetes que recibió para entregarlos a la causa de su jefe político y de
su partido.
El escándalo alcanzó a más
personajes cercanos a López Obrador, quien en ese entonces fungía como jefe de
Gobierno del Distrito Federal.
Carlos Imaz Gispert,
delegado en Tlalpan en esa época y esposo de Claudia Sheinbaum Pardo (actual
aspirante de Morena a la gubernatura de Morena en la Ciudad de México y muy
cercana a AMLO), también recibió dinero del empresario argentino.
El 2 de marzo de 2004, se
dio a conocer una grabación en cadena nacional, en donde aparece el secretario
de Finanzas de López Obrador, Gustavo Ponce Meléndez, mientras apostaba fuertes
cantidades de dinero en una mesa de juego en el casino Bellagio, en Las Vegas,
Nevada. ¡Zas!
Así como lo hace ahora, el
político tabasqueño minimizó el problema y lo consideró un complot en su contra
por parte de sus adversarios políticos o, mejor dicho, de la mafia del poder, para frenarlo en su
carrera por la Presidencia de la República.
Desde
la campaña de 2006 grita a los cuatro vientos que es incorruptible y que su
equipo de colaboradores practica la honestidad. Y
para eso aprovecha la ceguera de sus seguidores, quienes lo ven como un dios e
incapaz de cometer errores y horrores.
Para AMLO, los corruptos y
perversos están en el PRI, el PAN, el PRD y los demás institutos políticos. Pero
miente. Morena hiede a corrupción e hipocresía.
En
política, como en la casa del jabonero, el que no cae, resbala.
Nadie está exento de cometer errores. Ni siquiera en las religiones hay
honestidad.
A
AMLO le preocupa que su discurso ya no le funcione de aquí al 2018.
Sus candidatos y personeros en Veracruz y en el Estado de México han sido
exhibidos de cometer actos deshonestos.
Le
urge ser presidente a la voz de ya para vengarse de sus adversarios políticos,
de aquellos que desde el 2006 le han obstaculizado que no dirija el destino del
país.
En algunos eventos ha manifestado
que él no lucha por poder y cargos. Mentira. Claro, que sí lucha para lograr
poder, así como lo hacen todos los dirigentes partidistas.
Lleva más de 15 años
recorriendo el país, lo que representa una clara ventaja sobre los demás
aspirantes a la Presidencia de la República. En cada elección aparece como el
favorito en las encuestas, pero en el
día decisivo es derrotado por sus oponentes.
Es
un mal perdedor, ya que siempre alega fraude. Le gusta tomar calles y llenar
plazas públicas para demostrar fuerza.
Es cierto que su partido
ha crecido en poco tiempo, pero lo ha hecho con la pedacera de la mafia del
poder (PAN, PRI y PRD). Ahí están los casos de Manuel Bartlett Díaz (ex priista, ex secretario de Gobernación con
Miguel de la Madrid Hurtado y responsable de la caída del sistema en 1988), Ricardo Monreal Ávila (ex priista, ex
perredista y ex diputado federal del PT), Esteban
Moctezuma Barragán (ex priista y ex secretario de Gobernación en la
administración de Ernesto Zedillo), Félix
Salgado Macedonio (ex candidato a gobernador en Guerrero por el PRD y con
el que inició la violencia en el puerto de Acapulco cuando fue alcalde), entre
otros.
El
caso de Eva Cadena Sandoval le ha pegado demasiado al dueño de Morena. Y
no es para menos. López Obrador presumió hace pocos días en un evento en Las
Choapas, Veracruz, que su candidata era honesta con su clásico “lo que diga mi
dedito”, luego de que un grupo de manifestantes protestara por imponerla como
abanderada en ese municipio.
Pero
muy poco le duró el gusto al mesías tropical. Eva Cadena resultó
ser una fichita. Tres videos la han
evidenciado de ser recaudadora de dinero para la causa de su ahora ex jefe
político y defensor público.
En un principio AMLO dijo
que le pusieron un cuatro. Pero, no fue un cuatro, sino varios. Y la señora Eva Cadena no fue contra su
voluntad a recibir dinero en nombre del jefe máximo de Morena, el señor de la
“honestidad” valiente. Lo hizo porque ya es su costumbre recibir dinero de
dudosa procedencia.
Por eso digo que AMLO está desesperado porque su bandera
de la honestidad se ha derrumbado; honestidad
que sólo está en su imaginación, y que su misma gente la sepulta.
En
Guerrero, Morena tampoco se salva de controversias. Sus dirigentes tampoco
cantan mal las rancheras. Pero de eso seguiremos comentando
mañana.
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E-mail: efrain_flores_iglesias@hotmail.com;
Facebook: Efraín Flores Iglesias;
Twitter: @efiglesias
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