domingo, 22 de mayo de 2016

EPÍSTOLAS SURIANAS (Carta a Don Héctor) De Julio Ayala Carlos


TIENE MUCHA RAZÓN. Los policías de ayer, hay que decirlo, son en un su gran mayoría la delincuencia de hoy. Y es que, al ser despedidos o abandonar el trabajo, al no encontrar otro igual u otro mejor, decidieron o fueron cooptados por los grupos delincuenciales. Por eso, hay que decirlo, los hace más peligrosos. Hay que decir también que no hay datos oficiales, y en consecuencia, verídicos, de cuántos han dejado de serlo, por ejemplo, de 2010 a la fecha, en dónde se encuentran y en qué trabajan, lo cual debiera preocupar a las autoridades por la preparación y capacitación que tienen en el manejo de armas.

 Es evidente que aquellos que eran policías y que por algún motivo causaron baja en su respectivo cuerpo policiaco, conocían, entre otras cosas, de armas y de su manejo, conocimientos que al dejar el trabajo de policía se llevaron. ¿A dónde? Es imposible saberlo, pero se intuye y presume que, en el mayor de los casos, estos policías desempleados fueron a parar a la delincuencia organizada, que si bien recluta a jóvenes que buscan dinero fácil, también enroló en sus filas a quienes pertenecieron a los cuerpos policiacos. No es pues extraño que constantemente se sepa por los medios de comunicación que un expolicía estuvo relacionado en un hecho delictivo, y sin embargo, todo indica que las autoridades de gobierno parece no importarles el hecho.

Lo peor de todo es que parecen existir lazos entre expolicías con policías en activo, como consecuencia del compañerismo que en su momento hubo entre ellos. No es pues aventurado decir que quienes ayer fueron policías, previniendo el delito y combatiendo a los delincuentes, hoy, ya sin serlo, sean parte de éstos, ya por falta de trabajo, porque les gusta el dinero fácil, o porque con un arma, que saben utilizar, se sienten con poder. En fin. Bien haría el gobierno, en sus tres niveles, ubicar y darle seguimiento a los expolicías. No hacerlo, como hasta ahora, es como capacitarle al crimen organizado personal desde las academias de policía.

Y EN OTRO ASUNTO, el sistema penal acusatorio –que entrará en vigor el próximo 18 de junio en todo el país– no resolverá la criminalidad; eso es evidente, y aunque es mejor que el que el actual, que tradicionalmente propicia la corrupción e impunidad, tampoco solucionará esos problemas, sino que sólo intentará remediarlos, señalan miembros del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.
 Patricia Lucila González Rodríguez señaló que la implementación de ese sistema se relaciona con una justicia pronta, imparcial y accesible para todos los mexicanos. Sin embargo, para instrumentarlo adecuadamente se enfrenta el reto de las policías de investigación. “Si deseamos investigaciones técnicas, científicas, de una policía que aún no tiene la capacidad institucional para preservar una serie de evidencias en el lugar de los hechos, estamos en problemas”, mencionó.

Para la experta, el proceso penal acusatorio debe funcionar como una empresa que no sólo es administrada, sino que es evaluada de forma externa.
Las procuradurías o fiscalías deben tener evaluadores –que en este caso serían los ciudadanos y las organizaciones civiles–, para medir la actividad cotidiana de los servidores públicos. Además, señaló, hay grandes fallas en las entidades y el sistema federal, porque no se ha planeado adecuadamente cómo liquidar el sistema tradicional y lograr que la justicia de calidad que se pretende con el acusatorio, permanezca y se desarrolle en todos los casos. González Rodríguez cuestionó cómo se liquidarán los casos de manera eficiente y eficaz, y si hay suficiente personal para lograr el tránsito hasta que se termine con el sistema tradicional y se consolide el acusatorio. “¿Qué ocurrirá con los millones de casos penales pendientes, en trámite?”.

Si los altos índices de criminalidad continúan, el sistema acusatorio colapsará, como ha ocurrido con el tradicional. Por ello, junto con una justicia de calidad, se requiere resolver los problemas de pobreza, remarcó.

POR ÚLTIMO. Aunque hay una segunda versión, todo indica que la presidenta del DIF Municipal de Tlapa, fue objeto de un atentado. Su chofer, al menos, resultó herido en esos lamentables hechos. La actual presidenta del DIF de ese municipio fue esposa de quien ganara la elección de alcalde de Tlapa, Javier Morales, quien murió antes de tomar posesión del cargo.


Comentarios: julio651220@hotmail.com

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