El potencial problema político motivado por el descontento de los maestros, por causas en algunos de los casos ocultas y temidas; una por negarse a la realización de exámenes de evaluación o dizque perder la gratuidad. Otras, por la compra-venta de plazas a personal no capacitado en la pedagogía de la educación. En este embrollo, el periodista tiene que entender, analizar, leer y reflexionar con el apoyo u orientación de conocedores del asunto medular que mueve a los maestros. Estos profes han deteriorado su propia credibilidad y hoy se encuentran flácidos ante la sociedad; por no clarificar su postura y si exponerla ante los medios y público en general de forma envalentonada, disgregada y punzante.
Los medios se han
fragmentado, un grueso ha entendido que lo que ocurre dentro del gremio
magisterial, son caprichos personales y no una mera actitud de otorgar una
educación o un panorama digno al estudiantado en aras de entender, aprehender y
aprender los programas básicos de educación. Otorgar pensamientos.
En tanto, unos medios exponen
el panorama tal cuál es: marchas, gritos, tendederos, largas filas, etc...etc.
Otros, muestran con claridad lo que ocupa a estos mentores: su ambición por
seguir manteniéndose en diversos puestos públicos o privados; pero si ocupando
y aguardando su canonjía salarial en cualquier escuela; porque en ello lo que menos importa: es dar clases.
Algunos reporteros egresados
de universidad, trabajan con ética; otros
más, sin ese recurso y débil el bolsillo,
pues pecan. Pero, otros fuertes en el espíritu no cejan de invitar al
magisterio a regresar a las aulas. Otros más son fedayines, sicarios de la
información, con tarifa y precio. Dicho en el argot “pago por evento”.
No informar con claridad, no
hacerlo es oscurecer la visión de los leen a golpe de calcetín; es no informar
a quienes leen distraídamente; es dejar que el rumor alcance dimensiones que
rebase no tan solo al mismo lector, sino a quien escribe. No se puede redactar
a modo. No es permisible hacerlo creando confusión, creando vacíos, creando
falsos lectores. Ese periodista es el que abunda. Harto.
Lo más costoso del
magisterio es que hay que seguir manteniendo esa pesada carga de iletrados. Ese
saco de piedras, que debieran ser para construir, no para la destrucción de los
educandos. ¿Cuándo se ha sabido que los maestros de tal escuela, vayan un día a
la semana a lavarla o pintarla; siempre lo hacen los estudiantes? Conserjes que
ayer aseaban la escuela; hoy ocupan un
lugar en la nómina como profe. Conozco casos de vendedores ambulantes que han
dado el gran salto de invasor de banquetas a una amplia aula. ¿Evaluación? No,
nunca. Ese es el temor. Se evaporan las cuotas económicas de los dirigentes para mantener a esta “casta”,
si este es realizado por gente que sabe; y, no por solapadores. Para seguir
encubriendo la mediocridad de un profesorado de jueves pozolero, de días de
descanso y puentes más largo que su cinismo.
Hasta en tanto los medios no
cumplan su función de ser mediadores y propaladores de las buenas nuevas, con
la veracidad que el caso requiere; pero también con la sapiencia que da el
estudio, hasta entonces no se habrá cumplido la encomienda. Caso contrario se
estará en el mismo nivel y cariz del magisterio retrógrado, cómodo y abyecto,
que tanto se ha hablado, escrito y analizado.
*www.guerrerogradocero.blogspot.com
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