Como si de un
Apocalipsis republicano se tratara, las
trece plagas demoledoras del principio constitucional rodaron por el suelo, y
sobre la republica cayeron, no solo la maldición de Malinche, Santa Anna y Salinas
de Gortari, sino de representantes populares aviesos al votar una ley contraria
a la propia constitución, la madrugada del 29 de abril, tal y como lo
reseñaron; El Universal, Quadratin y La Jornada. “Sin importar las recomendaciones de la ONU y de
organismos internacionales en materia de derechos humanos, el Senado de la
República aprobó modificaciones en materia de justicia militar que, según advirtieron
en tribuna los legisladores del PRD y PT, llevan a un estado de excepción, Esa
madrugada el senador Bartlet les advirtió: dijo: (“Con las armas no se juega o
se termina en dictadura o golpe militar”) al permitir que autoridades
judiciales castrenses realicen labores de inteligencia, puedan catear
domicilios particulares y oficinas gubernamentales, intervenir comunicaciones y
obligar a civiles, entre ellos a niños e indígenas, a comparecer…”
Esta ley se aprobó por
78 votos a favor y 20 en contra. Lo absurdo es que esta modificación con claros
visos dictatoriales, se da previo al día del niño, pues en el artículo 47 del
Código Militar de Procedimientos Penales establece que quienes tengan entre 12
años de edad y menos de 18, deben conducirse con verdad en sus manifestaciones ante el Órgano Jurisdiccional
Militar, y en caso de conducirse con falsedad, incurrirán en un delito penal.
Esta modificación
votada de madrugada y al vapor, se instrumenta en medio de un lodazal de
inconsistencias por el caso Iguala y Cocula y la inestabilidad geocéntrica de
la procuraduría mexicana. Los legisladores, Fidel Demedicis, Dolores Padierna,
Manuel Bartlet, Alejandro Encinas y Armando Ríos Piter, de Guerrero,
“advirtieron que las modificaciones, se da en momentos en que el ejercito es
cuestionado por los muchos casos de violación de derechos humanos que ha
protagonizado, y le dan más facultades…”.
Ahora bien, si estas
modificaciones harán que la ley castrense persiga a lavadores de cuello blanco,
narcopolíticos, gobernadores corruptos y no a niñas y niños indígenas, lo que
se puede ver a corta zacate es que el poder civil le esta cediendo fuerza y
poder a los militares.
¿Estamos ante una
futura nación cogobernada por los hombres y mujeres de verde olivo ante la
ineptitud o colusión de los hombres de guayabera, auto deportivo, cuentas en
Islas Caimán, casa en San Diego, chalet en Suiza y piso en Madrid y Paris, yate
en el Mediterráneo, bonos en la bolsa de valores y accionistas mayores de PEMEX
y CFE con la delincuencia organizada nacional?
Los hombres y mujeres
de verde olivo, no sentirán cosquillas y copiaran el estilo de vida de los
hombres de blanco y guayabera orlada con flores “rositas”.
LIBERTAD BAJO PALABRA
Tomo como eje un título
de Octavio Paz y por ese motivo toco este tema tomando dos ferias de libros,
una en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, y la otra en Iguala.
El pequeño y grande
estado de Morelos, atraviesa por una feroz arremetida del crimen organizado como nunca se había visto. Y la
universidad ha sido objeto de una campaña surgida a raíz del compromiso de su
rector Alejandro Vera Jiménez con las demandas y luchas populares, el
crecimiento de nuevas carreras y mantener una posición combativa, reflexiva y
en libertad. Esta asonada es orquestada por el ejecutivo estatal Graco Ramírez y su
camarilla familiar al que las fosas de Tetelcingo no le dicen nada y se gasta
el dinero de los morelenses en prensa a modo y ha sacado un pasquín gratuito
donde entre otras cosas, se dedican a insultar al rector de la UAEM por su
compromiso con la sociedad morelense y al poeta Javier Sicilia con argumentos
de plastilina.
Esta feria del libro
que cuenta con el proyecto de Paco Ignacio Taibo II, Leer con libertad, es una forma de recuperar la palabra. De
alcanzar a través de la palabra los reinos del alumbramiento de las ideas, de
ciencia y tecnología, de literatura y derecho de las comunidades a autogobernarse.
Porque si algo tiene la palabra, es que hay que empeñarla para salvarnos del
abismo y para que sea el testimonio en libertad de su función dentro de una
sociedad como la nuestra. Sin palabra no hay futuro seguro y en libertad. Sin
palabras, ésta y la futuras generaciones vivirán en orfandad.
Y la feria de Iguala, con
el apoyo de la Secultura de Guerrero, realizada en el epicentro de un pequeño
poblado donde hace años nació la bandera nacional, y con el paso del tiempo se
ha convertido en una quebradura del sistema político mexicano y sus leyes. En
un grave problema de ética nacional donde el estado tiene metidas las manos
hasta el fondo del río San Juan y de las maquinaciones de la PGR para desviar
la verdad sobre los muertos del 26 de septiembre, en esa noche incendiaria de
Iguala que nos ha igualado con la injusticia y con un estado totalitario,
represor, cómplice y omiso.
Por eso, los libros tienen
la palabra. Esa, la escrita, la dicha, la cantada, la misma que refleja la
noche de los tiempos o la desnudez del poeta o el marco teórico de las ideas y
la ciencia es la que nos toca reproducir, y dar nuestra palabra de aliento para
que en las dos ferias del libro, una en la UAEM y otra en Iguala, la palabra
sea la columna vertebral para construir una nación fuerte y a seres humanos
preparados y listos para defenderla en los campos que sean necesario. Y comer
el pan de la palabra. La palabra dicha, la palabra cantada, la palabra, ese
territorio donde sin libertad no se llega a nada, a nada. Y solo nos queda
arrebatarla, amarla, liberarla de quiénes la quieren atrapar y afirmar que no
se puede vivir dignamente sin una libertad bajo palabra.
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