El 30 de septiembre se
cumplieron dos años del gobierno de Marco
Antonio Leyva Mena en Chilpancingo. Dos años que han sido toda una
eternidad… una eternidad de ineptitud y soberbia.
Leyva Mena fue postulado
en 2015 como abanderado del PRI, a pesar de que había otros militantes con buen
perfil.
Si llegó a la Presidencia
municipal fue gracias al efecto Astudillo y el apoyo que le
brindaron los grupos políticos del ex alcalde Mario Moreno Arcos y el ex diputado federal Jorge Salgado Parra.
El
Chambitas –así fue motejado en las redes sociales desde el
inicio de su administración– nunca armó ni encabezó estructuras al interior de
su partido. Tampoco tenía experiencia en tareas de gobierno, por eso ha
cometido errores tras errores desde su llegada al Ayuntamiento.
Pero eso sí, MAL –como
también lo conocen por las iniciales de su nombre– le gusta rodearse y hacer
equipo con gente soberbia e insensible como él.
Los colonos, trabajadores
municipales y los recolectores de “La Basura Jefa” que le han protestado en el
palacio municipal, lo tachan de mitómano, ya que es dado a incumplir
compromisos.
Los dirigentes del PRI ya
sabían cómo era y prefirieron “correr el riesgo” de postularlo como su
candidato. De hecho, hasta presumían que era un hombre preparado para administrar
el poder y realizar una excelente gestión. ¡Y sopas perico! Les salió maletas el discípulo de Carlos Sánchez Barrios y recomendado de
Manuel Añorve Baños.
Las
consecuencias ahí están. El Chambitas
tiene a Chilpancingo como un chiquero, ya que hay basura aquí, allá y acullá.
Los comerciantes han
amagado con depositar la basura que se genera en los mercados, nada más y menos
que frente al domicilio del alcalde que se ubica en el primer cuadro de la
ciudad. Ya los de “La Basura Jefa” le han demostrado que con ellos no se juega,
pues se lo han ido a depositar en la explanada del zócalo, frente al palacio
municipal.
Si
en dos años no ha podido resolver el problema de la basura, no lo hará en el
tiempo que le resta como alcalde. Lo peor de todo es que la
acumulación de la basura en las calles puede derivar en un grave problema de salud pública.
¿Y los dirigentes del PRI?
Bien, gracias. Muy calladitos y haciendo el papel de comparsas.
La inseguridad pública es
otro de tantos problemas que aquejan a los chilpancinguenses, pues cientos de
familias han sido víctimas de extorsiones, robos, secuestros.
Los delincuentes operan
con total impunidad en las calles. Y esto ocurre a pesar de la presencia de
policías y efectivos del Ejército.
Los levantones, ejecuciones y balaceras ocurren a cualquier hora del
día. Es por eso que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)
ubicó –el pasado 15 de junio– a Chilpancingo
como la peor ciudad para vivir.
Que conste, el Inegi es
una dependencia federal.
El pasado 25 de agosto, el
Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) informó que por segundo año
consecutivo, los habitantes de la capital guerrerense fueron los más
insatisfechos en términos de la calidad de vida. ¡Zas!
La encuesta del GCE midió
la percepción de la calidad de vida en las ciudades conforme a diez
dimensiones. Preguntó a los ciudadanos sus opiniones respecto a la convivencia
en su ciudad, su belleza natural, la calidad del aire, la oferta de vivienda –a
precios que consideran razonables–, de escuelas públicas y de transportes, y
les pidió que compararan su calidad de vida con el año anterior y el resto del
país.
En
Chilpancingo, como todos sabemos, dos grupos del crimen organizado se disputan
a sangre y fuego el control del territorio, motivo por el
cual han impuesto terror en la población. Y la violencia parece no tener fin,
ya que algunos jefes policiacos y actores políticos han sido vinculados con los
criminales.
El
PRI ha tolerado la ineptitud y prepotencia de su “prestigiado” militante que gobierna
la capital del estado. Y es muy probable que en 2018 lo
premien con otro cargo. ¡Ya sería el colmo!
Hay priistas optimistas que confían ganar la plaza de Chilpancingo en
2018, bajo el pretexto de que la capital es “cien por ciento” priista y que hasta
una vaca ganaría si lo postula el tricolor.
En el año 2000 también juraban
que nunca se irían de Los Pinos, y se
fueron.
En 2005 gritaban a los
cuatro vientos que jamás se irían de Casa Guerrero, y se fueron.
Hoy por hoy la sociedad
está más despierta e informada.
Los
que creen que Marco Antonio Leyva es un buen presidente municipal, están
completamente ciegos o viven en otra dimensión.
Ah, se me pasaba. Gracias a Marco Antonio Leyva la ciudad
está llena de baches y que han ocasionado la descompostura de vehículos. Chilpancingo ya se parece a la luna por
tantos cráteres.
Y no olvidemos que al
gobierno municipal se le ha señalado de incurrir en serias irregularidades
financieras.
¡Bonita carta de
presentación para el PRI en 2018!
Nos leemos mañana, mis
apreciados lectores.
Comentarios:
E-mail: efrain_flores_iglesias@hotmail.com;
Facebook: Efraín Flores Iglesias;
Twitter: @efiglesias
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.