“Durante
casi dos mil años”, dice W. RAYMOND DRAKE (en su libro "Gods and Spacemen
of the Ancient Past") “la filosofía de Europa Occidental estuvo dominada
por la influencia hipnótica de Aristóteles y Platón cuyas enseñanzas,
desafortunadamente, impregnaron el dogma cristiano, entorpeciendo así el
progreso intelectual”.
Quiero
comenzar, transcribiendo parte de lo que aparece en el libro de Job: "“Voy
a preguntarte; respóndeme: ¿Dónde estabas al fundar yo la tierra? ¡Dímelo, si
tanto sabes!” (38,3-4). Y añado el pensamiento que aparece en los Salmos, y que
se le atribuye a un "inspirado" David: “Cuando contemplo los cielos,
obra de tus manos; la luna y las estrellas, que tú has establecido, ¡qué es el
hombre…?”, (Salmo 8, 4). Considero que todos los seres humanos (creamos o no en
un Ser Supremo) admiramos la grandeza y la belleza de todas las cosas que
existen en el Universo, del cual nadie puede tener la más mínima idea cómo y
cuándo fue formado.
Por
lo tanto, las versiones religiosas hindúes acerca del “Huevo Cósmico”, y la
deVishnú-Ananta/Sesha podrían ser tan válidas como la teoría científica del”
“Big Bang”. Es algo fuera de nuestro entendimiento; por lo que nos sorprende
enterarnos que ha habido quienes se han atrevido a calcular, “con toda
exactitud”, cuando Dios “creó” la tierra. Así que no tengo duda alguna que le
parecerá gracioso saber que en 1650 James Ussher, Arzobispo de Irlanda, obtuvo
la fecha, tomando como base las genealogías bíblicas, determinando que nuestro
planeta ‘empezó a prestar servicio’ a las 9 de la mañana del 26 de Octubre del
año 4004, antes de Cristo (¿Greenwich Mean, o Standard, Time?). ¡Bueno!, para
otro arzobispo apellidado Langland, ese cálculo no fue suficientemente preciso,
así que agarró su “calculadora”, y encontró que la Creación ocurrió casi tres
días antes, es decir: a las 3 y media de la tarde del 23 de Octubre del año
antes mencionado. ¿Qué le parece?
Al
entrevistar a Chris Turney, autor del libro “Bones, Stones and Stars”, Óscar
Enrique Ornelas comentó (“El Financiero” del 12 de Junio de 2007): “México y
Brasil son los países miembros de la OCDE con más bajo nivel educativo. Pero en
Estados Unidos salieron más chambones para la escuela - ¡y eso que no tienen a
la nefanda maestra!(sic)...Según una encuesta de NBC News, el 44 por ciento de
los adultos estadounidenses cree, literalmente, en la interpretación bíblica de
la creación del mundo”. Más adelante, Ornelas pregunta: “¿Qué hacemos si nos
cuentan que el planeta Tierra sólo tiene seis mil años de antigüedad? Turney nos
explica por qué es PELIGROSO creer en tales fantasías”. Por lo cual (sin intención de ser mordaz) me atrevo a
preguntar: ¿Tiene usted idea en que ‘callejones’ oscuros metió la Iglesia a la humanidad durante muchísimos siglos? ¿Y
sabrá, también, que muchos de aquellos que sustentaron las ideas “de que la
tierra era plana, y que era el centro de todo”, eran teólogos de renombre
quienes, de tal manera, defendieron ‘las estructuras’ de la Iglesia, aun a
costa de las vidas de muchos de los que tenían ideas vanguardistas? Nunca se me
olvidará aquel: “eppur si muove”, de Galileo, obligado a abjurar de ‘sus ideas
erróneas’. O, peor aun, la muerte deGiordano Bruno, en la hoguera, dictada por
los tribunales de la Inquisición.
A temprana edad me enteraba que la raza humana (con sus Pitecantropus de Java, el sinántropo - hombre de Pekín -, el hombre de Neanderthal y de Cromagnon) había hecho su aparición muchísimo tiempo antes de lo que establecía la corriente que prevaleció en la Edad Media y que, todo lo teologal que se quiera, pero casi nada científicos, basaban sus filosofías para ambas disciplinas en la “verdad inmutable que proporciona la Biblia”; que apoyaron eruditos de la talla de Tomás de Aquino (quien, en una apreciación del todo errónea:“cristianizó” a Platón; ¡hágame usted favor!).
Es irónico como la Edad Media fue una época de contrastes, donde florecieron brillantes filósofos, literatos, artistas, científicos y teólogos, de la cual sólo menciono algunos representativos: Roger Bacon, Dante, Miguel Ángel, Miguel Servet, el mismo Giordano Bruno, Isidoro de Sevilla, Nicolás de Cusa; pero, paradójicamente, determinada por la intolerancia de la Iglesia (constituida en “auctoritas”), que dio origen a la nada santa Inquisición, instituida por el Papa Gregorio IX.
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