miércoles, 3 de diciembre de 2014

CUANDO MICKEY MOUSE AYUDÓ A SU PAÍS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


Durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Imperial Japonés desarrolló un programa encubierto de investigación de armas biológicas y llevó a cabo infames experimentos sobre varias poblaciones chinas, en especial, sobre Manchuria y Pekín.
Poco después, los japoneses bombardearon Pearl Harbor y recién ahí los estadounidenses se dieron cuenta de que el riesgo era real, de que su territorio podía ser atacado no solo con armas convencionales, sino también, con armas químicas como las que se utilizaron sobre China.
Precautelando la seguridad nacional, el gobierno de los Estados Unidos distribuyó máscaras de gas a la población de Hawái, pero estas máscaras estaban hechas como para un adulto y no sólo que no se ajustan a las facciones de los niños, sino que eran dispositivos que causaban pánico entre los pequeños, lo que hacía aún más difícil que un niño se la ponga. La solución no tardó en llegar: se aprovechó la simpatía que los niños sentían por Mickey Mouse y se elaboraron mascaras de gases infantiles, con el rostro del icónico ratón.
Imagen del Bishop Museum Archives: Niños de Honolulú utilizando máscaras de gas
La producción de las máscaras de gas infantiles comenzó en 1942, un mes después de que el Japón bombardeara Hawái. El mismo Walter Disney se encargó personalmente del diseño. La máscara fue diseñada para adaptarse cómodamente a niños de uno a cuatro años de edad. Su función básica era la de ser una máscara, un juguete como cualquier otro, pero que a la vez tuviese una aplicación práctica. Se suponía que los niños la tenían que llevar puesta a todas partes y usarla "como parte de sus juegos" con la finalidad de que la máscara sea emocionalmente cómoda, y en lo posible, lograr que ellos mismos activen el equipo de protección rápida cuando sea necesario.
Walt Disney mostrando el boceto al General William Porter, el 8 de enero de 1942

Niña jugando con la máscara
 de gas de Mickey Mouse
Para las primeras pruebas se mandó a hacer mil máscaras infantiles, que dicho sea de paso y por suerte, nunca llegaron a utilizarse, ya que gracias a los correctivos tomados en el sistema de radares de las islas y sus intensos patrullajes navales, las mantuvieron a salvo durante el resto de la Segunda Guerra Mundial.
Como se hizo solamente ese pequeño tiraje para pruebas, ahora es casi imposible encontrar una de aquellas máscaras. Después de la guerra, el ejército las repartió casi todas en calidad de souvenirs para los más altos funcionarios, civiles y militares de la época.







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