Isaias Alanis |
Leí que los Topos estuvieron en Chilpan y nadie los llevaba a la Costa Grande. Bueno. Que no manchen los como siempre inspirados políticos...que siempre quieren salir ganado aún a costa de mentiras. Y a vuela pluma escribi esta prosa con agua.
TOPOS
“Pues resulta compadre, que así es como me la endosaron y yo así te la digo, primero fue un rumor que vino con la correntada, después una ráfaga de viento chiquito porque los hay viejos y grandes como un cerro que aplasta con sus dedos lo que se les ponga enfrente y otros más suaves como entrepierna de mujer en celo... Pero lo cierto Goyo, es que ese rumor creció, se fue metiendo en piedras que también crecieron y comenzaron a rodar cuesta arriba dejando de lado una pizca de susurros como de caña quebrada o pisadas de venado en la yerbamusa del monte.
Y de pronto, ese tronadero de murmullos se hincho como vejigas de toro cebú y creció tanto que al cruzar la cúpula de la iglesia se reventó con un atronador chillido más fuerte que la voz de la tierra cuando calla.
Yo por eso me enteré porque en cada silbatazo de los montes, tamborazo de agua y berrinche del mar y llanto de los ríos, la voz esa -si compadre- esa voz que dicen que bajó cuesta abajo reventando árboles y laderas nos trajo la noticia que hoy te ocupa en menos de lo que baja lo que sube y sube lo que se queda arriba.
Los mentados Topos que llegaron de la capital con ganzúas y cuerdas y zalapanes para despertar de su sueño a las piedra, al barro y a la rezumbadera de la muerte entre yescas de lodo seco o vivo en realidad son unos muchachos frondosos como tronco de ceiba virgen y llegaron a la casa de mi compadre Homobono porque dicen que les dijeron por medio de un mundo de voces que hablan y otras calladas o las que esconde la verdad que acá se habían tragado los cerros a pueblos enteros y llegaron por su cuenta y riesgo y que estuvieron esperando para que los llevaran al lugar de la desgracia para que con sus ojos ciegos que todo lo ven, sacaran los cuerpos de los desgraciados caídos en la más pendeja de todas las desgracias.
Lo de pendeja te lo digo porque si les hubieran avisado, no los habría apachurrado el cerro y las toneladas de agua que se dejaron venir del mundo del diluvio como si el diluvio fuera tan cierto como que Usted y yo estamos platicando en medio de la noche alumbrados con un candil porque por los murmullos del viento y la yesca del agua nos quedamos sin luz tres noches seguidas y esos muchachos de los Topos, se alumbraron todo ese tiempo con la luz de sus ojos ciegos de tanto ver la luz que han llegado al extremo de verlo todo dondequiera que se encuentren.
Por eso compadre, no me lo tome a mal ni me vaya a meter en chismes de comadres políticas. Los topos se estuvieron tronando los dedos esperando que los trasladaran al lugar del alud y hasta estuvieron pensando en irse de aventón al punto de la tragedia.
Si usted quiere enterarse mejor, vaya donde Homobono, él se estuvo con ellos los tres días que duraron a la espera de que los llevaran al cerro que se cansó de sostener las nubes y el techo del mundo y aplastó a una mancha enorme de cristianos que mientras le saco otro trago a la botella de mezcal deberían sonreír, ver las estrellas, trabajar la tierra y no estar donde los Topos dicen que deben estar en la tiniebla del barro con los ojos abiertos en espera de que los saquen para darles cristiana sepultura…”
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