No son las rocas más grandes
de Europa, ni las más imponentes. Pero sí son formaciones curiosas, y unas de
las atracciones naturales de República Checa. Un pequeño cañón o desfiladero
donde los “acantilados” son en realidad numerosos pilares que se ven bastante
caprichosos, en total, exactamente unos 239. Se llaman rocas Prachov, y están
protegidas desde hace varias décadas. En medio de un paisaje de bosque y
barrancos, las torres de arenisca emergen con formas bastante impensadas.
Prachov es una de las atracciones más visitadas del noreste de Bohemia, un
sitio al que se accede desde la ciudad de Jicín.
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