Quince días después el drama que dejo la tormenta
“Manuel”, inicia el olor a muerte
comienza a invadir grandes áreas de la ciudad y puerto de Acapulco, aumenta el
hedor a muerte en las zonas y sectores que aún se encuentran bajo el agua y las
grandes capas de lodo. Nadie sabe aún las dimensiones del problema o catástrofe
de salud que se avecina: dengue, paludismo, tétanos, conjuntivitis, malestares
de la piel, hongos, piojos, problemas gastrointestinales. Y Lázaro Mazón el
secretario de Salud en Guerrero, entregando despensas, en vil actitud de
proselitismo político.
El 21 de Agosto pasado el gobernador del estado, Ángel
Aguirre Rivero, recorrió las instalaciones
del Hospital General de Acapulco, para conocer de primera vista las
condiciones de la infraestructura del principal nosocomio del sector salud del
gobierno de Guerrero, debido al movimiento
telúrico superior a los cinco grados de la escala de Richter, que un día
antes sacudió por la mañana gran parte de la zona costera del estado, con
epicentro en el municipio de San Marcos.
El gobernador iba acompañado de la titular del Sector
Salud a nivel federal, así como de autoridades municipales entre otros, y el reconocimiento fue catalogado como satisfactorio.
No había daño alguno.
Por ese evento no hubo decesos humanos que lamentar.
Casi un mes después, las sonrisas de esa mañana se
convirtieron en un rictus de enormes proporciones, ahora no fue un sismo, fue
una tormenta tropical de nombre “Manuel”, que mantuvo al estado de Guerrero,
durante más de cuatro días bajo el agua, y a las autoridades inmóviles, casi
paralizadas.
El evento de tales magnitudes no era en esa noche del
14 de Septiembre y a las 24 horas siguientes sobre los eventos de la conmemoración
del Día del Inicio de la Independencia de México, algo digno de tomarse en
cuenta. ¿Cuántas tormentas tropicales pasan por Guerrero, en un año, sin dejar
mayores afectaciones? Muchas quizá.
El nombre de la tragedia hoy convertida en drama que apenas
comienza y se puede volver innombrable. El hedor a muerte barre todos los
sentidos humanos, por donde quiera que se le mire, las siete regiones del
estado fueron “ferozmente” atacadas por un diluvio de agua, cientos de pueblos afectados, cuando no desaparecidos
con todos y sus habitantes, a los cuales eufemististicamente se les denomina
como: desaparecidos. Cuestión de retórica y de las estadísticas.
Acapulco jamás en su historia había sido sometida, a
las insondables fuerzas de la naturaleza, con esa magnitud, que ha dejado
afectadas el total de las colonias y asentamientos humanos de la zona
suburbana, asentamientos en la zona oriente que por haber sido construidos sobre
humedales, indudablemente tenían los días contados, y así fue. En la zona
poniente los cerros provocaron deslaves de tierra, ya heridos por los
recurrentes sismos del mes anterior.
Cincuenta y un municipios del resto de la entidad, más
de un millón y medio de guerrerenses bajo la fuerza inaudita del agua, que
convirtió a los riachuelos en ríos y a
los ríos en portadores de la destrucción y de la muerte. Puentes caídos,
derrumbados, como estructuras hechas de paja y lodo, lodo bajo el cual
quedaron. Caminos intransitables, comunicaciones destruidas. Volvimos durante
horas a la era de las cavernas… y seguiremos así durante meses, viendo el
desastre por todos lados y la magnitud del drama que apenas comienza: el de salud,
el de vivienda, el de trabajo.
Cerca de 150 mil hectáreas de cultivo totalmente
afectadas. Miles de cabezas de ganado perdidas. Aún las perdidas en la
ganadería son incuantificables. Súmesele, los animales de corral, las mascotas
y demás, y además el sin número de seres humanos que ya son estadísticas de los
caídos, y que sin sonrojarse las autoridades se atreven a afirmar que hasta hoy
(viernes 27) suman un poco menos de 150, cuando nos atreveríamos a ponerle un
cero más al extremo derecho.
Para el sector salud todo es cuestión de informar con
un “Boletín de prensa”. Así lo ha hecho el IMSS, el ISSSTE, y el sector salud del
Estado.
Quien lee los boletines? Técnicamente nadie. Lo mismo
paso con el aviso de la tormenta “Manuel”. Lázaro Mazón, el secretario de Salud en el
estado, se encuentra más ocupado en salir en las fotografías, entregando
despensas, como muchos otros políticos que pretenden hacer su agosto sobre
mojado.
“Manuel” fue el nombre de la tormenta, el Sistema Meteorológico
Nacional, había dado la información con días de anticipación, pocas autoridades
la tomaron en cuenta, hubo otras prioridades políticas y deportivas que
superaron la atención de los “cintillos en negro” que atravesaban la pantalla
de las televisiones y con letra más menuda
anunciaban el evento metereológico que se avecinaba. Era el catorce de Septiembre, el sino ya estaba escrito.
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