“Materializar lo espiritual
hasta hacerlo palpable, espiritualizar lo material hasta hacerlo invisible: ése
es todo el secreto del arte” -Jacinto Benavente-
Los periodistas somos los
que legitimamos ante la sociedad a los políticos. Les damos la patente de
“credibilidad” ante el conglomerado. Obramos de buena fe, aunque alguno de
ellos, no. Quizás por su inestabilidad emocional o el ser malagradecido. Porque
hay políticos, pseudopoliticos, políticos falsos y de ficción.
“Me extraña que un adivino no
se ría cuando ve a un colega”, dijo en una ocasión Marco Tulio Cicerón. La
amistad entre periodista y político, solo se valorará cuando haya el espíritu
de la verdad entre pares; pues a ambos como a todo bandido los distancía, la
desconfianza. A otros el servilismo, que deja de ser periodista para
convertirlos en mozo, mayordomo, lacayo o mancebo, en alguno de los casos.
Tras las palabras que se
emplean y aplican en el oficio periodístico o cotidiano, hay mucha filosofía y
mucha historia que sigue ahí presente, sin intención de retirarse. Igual que el
oficio del músico es tocar y el del escritor escribir, el del médico es curar.
Esta es al menos la creencia de los hablantes. Y cuando les preguntamos a éstos
qué es curar, su respuesta puede ser muy distinta de la que nos da la palabra,
si a ella dirigimos la pregunta; es decir si indagamos a fondo qué es lo que
realmente "quiere decir" la palabra.
Porque la palabra,
efectivamente, se mueve y se percibe en dos coordenadas: en el espacio -que
para ella es el amplio campo del léxico
y el campo semántico- y en el tiempo -el devenir histórico de la palabra, desde
sus orígenes-. Cuando los hablantes decidieron que el oficio del médico era
curar, es decir cuando crearon ambas palabras, lo que esperaban del médico era
que "se ocupase" del enfermo, que asumiese su "cuidado", en
su calidad de especial conocedor de los recursos curativos del momento.
En bien se observe, hay dos
tipos de enfermedades: las que curan solas, y por tanto no es preciso el
médico, o las que nadie las cura, en las que tampoco es preciso el médico.
¿Eufemismo, ironía o sarcasmo?
Por ello, la escritura, la música,
la medicina y la política resultan un arte muy cercano a la mecánica cuántica.
Todos ligados entre sí, por la semántica y las actitudes y aptitudes de
servicio a la comunidad. Más entre el médico y el político. Trabajo rudo;
aunque se vista o se engalane de humanitario y humildad fingida.
Así es el quehacer del
hombre o mujer que se dedica a la política. Tosco, descortés y hasta inculto. Porque
si un verdadero político no hace política ¿Qué se espera del pseudopoliticos o
de los demás géneros explicados?
“La realpolitik –dice la
Wikipedia- aboga por el avance en los intereses de un país de acuerdo a las
circunstancias de su entorno, en lugar de seguir principios éticos, teóricos o
morales. A este respecto, comparte su enfoque filosófico con el realismo
filosófico y el pragmatismo. Así lo destacó Otto von Bismarck quien acuñó el
término al desempeñar la petición del príncipe Klemens von Metternich de hallar
un método para equilibrar el poder entre los imperios europeos
El escritor argentino Jorge
Luis Borges, especificó: “Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo
que ha leído” Parodiando la frase,
diríamos que el político es tildado de mañoso y perverso,
hasta manipulador por su habilidad interesada por ser quien debe ser; y, no por
lo que otorgue beneficios y resultados a la sociedad, porque al fin y al cabo
lo que hace, lo realiza y ejecuta con
dinero de todos. Un arte de la magia y de la grilla mexicana.
Se trata de reconocer que la
verdadera política no tiene por qué ser siempre la política verdadera (ésta es
en rigor, en el fondo la tesis de Trasímaco, cuando sostenía que un verdadero
calculador no ha de ser un calculador verdadero, infalible).
Estamos pues ante el dilema
de un México con grandes Reformas, estamos ante una política real o verdadera
política y política aparente o fenoménica -falsa política-, política ficción o
pseudopolítica; y, por otro lado, la distinción
entre política recta, correcta, o verdadera y política errónea o aberrante.
@GradoCero_Gro
www.guerrerogradocero.blogspot.com
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