domingo, 12 de junio de 2016

MIS 15 ACUSACIONES Texto: María del Mar Jiménez Redal


1. Acuso a la industria farmacéutica de haber convertido todos los procesos naturales de la mujer en enfermedades tremendamente rentables: menstruación, anticoncepción, embarazo, parto, lactancia, crianza y menopausia.

2. Acuso a la píldora anticonceptiva (y todos los productos hormonales en general en mujeres sanas) de haber alterado totalmente nuestro delicado equilibrio endocrino y de robarnos los mensajes intuitivos que llegan del inconsciente con las diferentes fases del ciclo menstrual femenino, por la relación entre ovarios, determinadas hormonas y actividades de hemisferios cerebrales. Este es uno de lo problemas de base sorprendentemente ocultado. Las mujeres no se desconectan en el parto de sí mismas por primera vez, sino que llevan años desvinculadas de la sabiduría femenina ancestral y más unidas a un laboratorio que a su propio cuerpo.

3. Acuso al negocio de la fecundación artificial de aprovecharse de las mujeres desesperadas por concebir y someterlas a dolorosos, caros y largos procesos, en vez de analizar las causas verdaderas (y subsanables) del fracaso en los embarazos, y que nos obligarían a replantearnos el ritmo y el estilo de vida que llevamos a todos los niveles.

4. Acuso a la industria de la alimentación de su macabra y eficaz estrategia para convencer a medio siglo de mujeres y conseguir que la leche de un animal (cuyo cerebro es mucho menor que el humano) tratada químicamente, suministrada en plástico, y por manos frías, muchas veces, haya suplido al calor, amor y el milagro de una teta blandita. Este triunfo económico ha significado una condena a muerte a millones de niños en países poco desarrollados, y alto riesgo de enfermedades, menos nivel cognitivo y desapego en los países ricos. Ausencia de lactancia significa ausencia de oxitocina y menos enamoramiento madre-hijo, y a partir de aquí una larga cadena de conductas artificiales.

5. Acuso al sistema obstétrico de haber convertido la normalidad del parto en patología, de haberlo medicalizado hasta el delirio de 50% de cesáreas en algunos países, de no haber respetado la extrema fragilidad del recién nacido y de haber convertido el sagrado acto del nacimiento en una mera extracción y manipulación de bebés.

6. Acuso a los pediatras de haber confundido sus creencias y prejuicios con la verdadera ciencia, de haber frustrado millones de potenciales lactancias exitosas con falsas normas, de haber convertido en enfermedad una pauta de sueño mamífera y de anteponer sus criterios a las recomendaciones de la OMS.

7. Acuso a los neurólogos y psiquiatras de sobre-diagnosticar la hiperactividad, y de drogar y anular a una generación de niños (a pesar de los constatados y denunciados efectos secundarios) con Ritaline/Rubifren: la cocaína pediátrica

8. Acuso a los psicólogos de medrar a costa de todos los errores del sistema en crianza, de no hacer honor a su nombre (psiqué=alma), de crear teorías que han justificado la continua domesticación de los niños anulando el leve instinto materno que quedaba (sobreprotección, falta de límites, permisividad por consentir demasiado, malcriar, etc.), y de haber inventado una falsa socialización temprana que no existe hasta mucho más tarde ( 6-7 años cuando queda establecida la lateralidad cerebral).

9. Acuso a los falsos gurús de crianza: Spock/Ferber/Valman/Estivill y secuaces conductistas de hacer apología de métodos de socio-tortura y vender insensibilidad, crueldad y falta de respeto hacia los niños. Si hubiese un Tribunal de la Haya Emocional, todos estos personajes habrían sido condenados por sufrimiento a la Humanidad.

10. Acuso a las feministas clásicas de haber mutilado a las mujeres humillando nuestra feminidad y maternidad, y de haber vendido a nuestros hijos por una falsa liberación que simplemente fue un cambio de lugar de opresión, y que perpetuó y potenció el sistema y los valores dominantes: masculinidad, competencia, depredación, jerarquía. Nunca hubo ninguna revolución social, sino un continuismo con otra cara. Sí es compatible el trabajo y la crianza, pero para eso hay que transformar el sistema y no abducirnos a nosotras y abandonar a las criaturas.

11. Acuso a las revistas femeninas de fomentar modelos de mujeres descerebradas, consumistas, siliconadas, hipersexuales que cuando tienen hijos se convierten en madres virtuales que atienden por control remoto a sus criaturas a golpe de Visa y continúan con su estresante vida sin inmutarse ni un tacón.

12. Acuso al sistema educativo de precocidad, de tener planes obsoletos que no responden a las verdaderas necesidades de aprendizaje a través del juego y la libertad de expresión, de fomentar la sumisión y obediencia e impedir los procesos de pensamiento independiente y creativos que permiten encontrar el propio camino en la vida .

13. Acuso a toda la sociedad de ser adultocentrista y haber excluido a los bebés y niños de la vida diaria, de infravalorar la maternidad y crianza considerándolo una pérdida del talento de la mujer pero sí valorar a ésta como productora dentro del sistema económico (ni como reproductora ni como cuidadora).

14. Acuso al estado de Bienestar de haber secuestrado la vida de los bebés encerrándolos en guarderías tempranas que se convierten así en una especie de “orfanatos de día” bien decorados, mientras obliga a sus dos padres a trabajar lejos de casa para subsistir en un modelo de vida asfixiante, de haber pasado del concepto de “se necesita una aldea para criar un niño” a la soledad y el desamparo de 8 bebés por cuidadora, de tener unas políticas de conciliación familiar-laboral miserables, de ausencia de ayudas familiares decentes, y evidentemente de haber creado una sociedad del malestar en la que según la OMS en el 2020 la depresión será la segunda enfermedad.

15. Y por supuesto, acuso a las mujeres de no escuchar su corazón ni su instinto, de haber sacrificado a sus hijos para que el sistema los devore (porque ellas ya lo estaban), de acceder a la maternidad y parto con muy poca información y por tanto con una actitud de niñas dóciles que delegan su papel en los demás, de no luchar o exiliarse de este injusto modelo económico ni siquiera dentro del hogar, sino de dirigir la rabia y frustración (consciente o no) contra sus hijos, insensibilizándose ante su llanto y llamadas nocturnas, de obsesionarse por el adiestramiento y las normas (que en el fondo les ayudan a ellas a tener una estructura y orden y a desculpabilizarse de su abandono real), y de centrar todas sus fuerzas en aspectos externos al hogar.

texto: Maria del Mar Jimenez Redal

foto: autorretrato 2012

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