PADRE MÍO.
Al invocar tu nombre, Padre mío,
la presencia de Dios está conmigo,
eres mi salvación, mi fe, mi abrigo
y eres para mi sed, ánfora y río.
Tu ejemplo, que estructura mi albedrío
irradia, aún cuando ya no esté contigo;
vuelvo a sentirme niño, si persigo
tu bondad, que es caricia de rocío.
Por que tú eres el faro de mi vida,
el diáfano horizonte de mi sino
y mi Dios celestial, en quién confío.
Por que alumbras mi senda florecida
y conduces mi paso peregrino,
yo bendigo tu nombre, ¡Padre mío!.
Manuel S. Leyva Martínez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.