Sí. Debe haber austeridad, ahorro, protección a la pequeña y mediana empresa, a los consumidores, y medidas para hacer más eficiente la administración pública y la política social, pero el mayor énfasis debe ponerse en el combate a la corrupción. Ahorrar, tapar las fugas y castigar a los responsables.
Las 20 acciones anunciadas por el gobernador Héctor Astudillo Flores, tanto de austeridad como de apoyo a los sectores productivos y de protección a los consumidores son importantes, pero me quedo con la 19: “Cero tolerancia a la corrupción”.
Entre los 20 compromisos por Guerrero que recientemente presentó para hacer frente a los efectos que en la economía local tiene el aumento al precio de los combustibles, no sólo hay medidas de austeridad y ahorro, como es la diminución de su salario y el de mandos superiores y medios de su administración, no pagarles el celular y quitarles los escoltas para que vuelvan a hacer su trabajo a la Fiscalía y la Policía del Estado.
Su propuesta también incluye medidas de contención a la situación económica, como son apoyos a las pequeñas y medianas empresas, el fertilizante gratuito para los campesinos, y otras de protección al consumidor como evitar, de común acuerdo con los empresarios, que sigan incrementando los precios de la tortilla y el transporte público.
Muy importante es también la revisión de los padrones de los programas sociales, ya que se dan duplicidades.
Hay identificados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 270 programas a nivel nacional y más de 2 mil locales en estados y municipios, lo que se presta a varias cosas: entre éstas, los beneficiarios múltiples por los que podría dejarse fuera a personas con mayor necesidad; y que haya sectores sobre atendidos y en consecuencia otros sin atenderse. Esta es una medida de eficiencia.
¿Por qué me quedó con la cero tolerancia a la corrupción? No hay que perder de vista que estas medidas, y las que tomó el presidente de la República Enrique Peña Nieto y que tendrán que adoptar también los municipios y todos los poderes del gobierno e incluso los partidos políticos, son derivados del impacto del gasolinazo, que por lo mientras ya disparó la inflación en enero a 4.78 por ciento, cuando en el mismo mes del año pasado fue de 2.48 por ciento. Y falta el anunciado para febrero.
Ahora bien, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el subsidio a la gasolina nos costaba 1.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras la corrupción, según estima la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) se lleva 10 por ciento del PIB nacional. Equivale a cinco veces el subsidio a la gasolina.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del Inegi, Guerrero no está entre los estados más corruptos del país.
Tuvo en 2015 una tasa de 14 mil 819 actos de corrupción por cada 100 mil habitantes en trámites de los tres niveles de gobierno, y las víctimas fueron 10 mil 352 por cada 100, ubicándose en el lugar 28 y 22 en ambas cosas, respectivamente.
No es gran cosa comparado con la tasa de 58 mil actos de corrupción registrados en Sinaloa, o las 20 mil víctimas de los corruptos que arrojó Morelos, pero no deja de ser un número importante.
El gobernador Héctor Astudillo dijo que con las medidas que presentó se espera un ahorro anual de 200 a 350 millones de pesos. Más o menos en ese nivel están los 287 millones de pesos por los que familiares y ex colaboradores de su antecesor perredista Ángel Aguirre Rivero fueron a dar a la cárcel acusados de lavado de dinero y otras irregularidades.
Y ese es solamente un caso. ¿Cuánto se fugará, por ejemplo, en los 81 Ayuntamientos del estado entre los diezmos, el “coyotaje” de trámites, el “jineteo” de recursos y las adjudicaciones y compras a los amigos?
No por nada, la corrupción es el segundo tema de preocupación entre la población nacional, luego de la inseguridad.
Federación, estado y municipios, deben entrarle a investigar y castigar a los corruptos, si quieren que haya presupuesto que alcance y no seguir trasladando costos a los ciudadanos, como pasó con el gasolinazo.
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