EFRAIN FLORES IGLESIAS |
Tal parece que el
representante del distrito local 17, Saúl
Beltrán Orozco, tiene un padrino que lo apoya fuertemente para que no sea
desaforado en el Congreso del Estado.
A
alguien le interesa que el político priista de la región de Tierra Caliente no
responda ante la autoridad correspondiente por los delitos que se le imputan.
Grave, muy grave.
Y todo tiene que ver con
el maldito (o bendito) fuero, que no
esa otra cosa que una prerrogativa de
impunidad que tienen los representantes populares para cometer infinidad de
fechorías.
Desde luego que no todos
los representantes populares han utilizado el fuero para delinquir o evitar ser
detenidos. Hay quienes han utilizado el
fuero para defenderse de una persecución política por parte de gobernantes
autoritarios.
De acuerdo a Wikipedia, “Los fueros locales, fueros
municipales o fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada
localidad, cuya finalidad era, en general, regular la vida local, estableciendo
un conjunto de norma jurídica/normas, derechos y privilegios, otorgados por el
rey, el señor de la tierra o el propio concejo, es decir, las leyes propias de
un lugar. Fue un sistema de derecho local utilizado en la Península Ibérica a
partir de la Edad Media y constituyó la fuente más importante del Derecho
altomedieval español. También fue usado en ciertas zonas de Francia”.
Eso es en lo que respecta
al antecedente histórico, pero la doctrina jurídica clásica concibe al fuero
“como aquella prerrogativa de senadores y diputados -así como de otros
servidores públicos contemplados en la Constitución- que los exime de ser
detenidos o presos, excepto en los casos que determinan las leyes, o procesados
y juzgados sin previa autorización del órgano legislativo al que pertenecen:
Parlamento, Congreso o Asamblea. El término es de uso coloquial o común y suele
utilizarse como sinónimo de inmunidad parlamentaria”.
Y de acuerdo con diversos
artículos de la Carta Magna, principalmente el artículo 111, en México son mil
854 los servidores públicos quienes gozan de esta inmunidad procesal.
Se trata del Presidente de
la República, los 500 diputados federales, 128 senadores de la República, 11
ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, 7 magistrados del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 7 consejeros de la
Judicatura Federal, 20 secretarios de Estado, 66 integrantes de la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal.
También, el procurador
General de la República; el procurador de Justicia del Distrito Federal, el
jefe de Gobierno del Distrito Federal; los nueve integrantes del Consejo
General del Instituto Nacional Electoral (INE), los mil 71 diputados estatales
de las 31 entidades, así como sus 31 gobernadores.
Hay
quienes han propuesto la eliminación del fuero constitucional. El
gobernador Héctor Astudillo Flores,
por ejemplo, solicitó a los legisladores locales discutir la vigencia del fuero
para que ya no siga siendo aval de
impunidad.
“El gobernador Héctor
Astudillo Flores dijo que no está de acuerdo en que el fuero constitucional
sirva para proteger a los representantes populares de la comisión de ‘algún
abuso’, pero será un asunto que discutan los diputados en el Congreso local”. (El Sur/15-II-2017).
Dijo que dependiendo del
punto de “vista con el que se vea” se debe discutir, pero advirtió que no está
de acuerdo en que el fuero sirva para protegerse “de algún abuso”.
El senador guerrerense Armando Ríos Piter, quien recientemente
renunció al PRD y se declaró independiente, también se ha pronunciado al
respecto.
"(Es) una figura
obsoleta, su aplicación ya no tiene razón de ser, se convirtió en un mecanismo
de impunidad para algunos funcionarios y ya no es una forma eficiente para
proteger a los servidores públicos frente a la persecución política y la
represión autoritaria". (El
Financiero/30-X-2016).
Estoy
seguro que la mayoría de los ciudadanos estamos (me incluyo) a favor de que el
fuero sea eliminado de la Constitución para que ya no sirva como instrumento de impunidad e impida que la
justicia actúe de manera inmediata contra algún funcionario o representante
popular que haya incurrido en un delito grave.
Lo que sí debe cuidarse es
que los legisladores que sean críticos de los gobernantes en turno no sean perseguidos por sus opiniones
emitidas en tribuna o en la prensa.
Y regresando al tema del
diputado Saúl Beltrán Orozco, no queda más que señalar que intereses oscuros lo protegen para que no sea desaforado en el Congreso
local y aprehendido por la Fiscalía General del Estado. Y se aprovechan de
esa prerrogativa o privilegio que la Constitución sigue otorgando.
Saúl
Beltrán puede fugarse en cualquier rato y en las narices de las autoridades,
tal como ocurrió con el ex alcalde perredista de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, en octubre de 2014, y con el ex alcalde
priista de Tlapa, Willy Reyes Ramos
en 2012.
El diputado calentano que
trae de cabeza al Congreso local es señalado de ordenar los homicidios de un
sacerdote de San Miguel Totolapan y un trabajador del Ayuntamiento de ese
municipio, según testigos que actualmente se encuentros presos.
Además, y aunque no es un
delito, ha sido evidenciado de ser compadre del líder del grupo delictivo “Los
Tequileros”, Raybel Jacobo de Almonte (a)
“El Tequilero”, señalado de generar terror en los municipios de San Miguel
Totolapan y Ajuchitlán del Progreso.
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E-mail: efrain_flores_iglesias@hotmail.com;
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Twitter: @efiglesias
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